My own hell

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  {1470-Transilvania}

-Habían pasado cinco años desde que una pareja adinerada de apellido de Lioncourt había llegado al pueblo con su recién nacida hija llamada Evanthe para habitar uno de los castillos mas imponentes que se ubicaban en los Carpatos. La pequeña Evanthe ahora era una pequeña risueña de rebeldes cabellos rojizos que solía escapar muy a menudo del gran castillo para jugar con los hijos de los campesinos que trabajan arduamente en las tierras de sus padres y en las tierras vecinas.

Aquel día como siempre Evanthe había escapado del castillo sin saber que ese mismo día seria la ultima vez que vería los rayos sol y sentiría la brisa sobre su piel blanquecina; tras una tarde llena de risas, juegos y muchas fresas la pequeña volvió a su hogar luciendo una amplia sonrisa que le iluminaba el rostro de una manera singular pero esa sonrisa se borró por completo de su rostro al poner un pie frente a la puerta principal en donde la esperaba su padre, Edmond, apoyado en el umbral luciendo un gesto de reproche que de inmediato hizo que Evanthe bajase la mirada hacia el suelo.
—¿Cuantas veces debemos decirte que no escapes del castillo y mucho menos para jugar con esa gentuza, Evanthe?— Dijo su padre en un tono cortante en el cual podía ser clara la ira que sentía. —Lo siento mucho, padre. Es solo que me aburro mucho en el castillo y jugar con Charles y Pierre es entretenido...— La pequeña dejó la ultima palabra en el aire ya que sabia que se metería en graves problemas. El gesto de Edmond se hizo mas severo y tomó con fuerza la muñeca derecha de la niña halandola hacia la habitación que se encontraba junto a la gran sala ya que allí dormía la pequeña, sin cuidado alguno la lanzó a la cama provocando que la niña rebotase un poco sobre la misma.—Es tiempo de que recibas un castigo, niña— Pronunció su padre al tiempo que se subía a la cama hasta quedar sobre la niña y usando solo una de sus manos tomo las pequeñas manos ajenas levantadolas así por encima de la cabeza para mantenerla inmóvil mientras la mano libre viajaba hacia la costura del hombro que poseía el vestido azulino que llevaba la niña, al halar con fuerza dicha costura el vestido se empezó a rasgar hasta la caderas y en cuestión de segundos haló una segunda costura logrando que el vestido se terminase de rasgar dejando el cuerpo de la niña desnudo bajo el cuerpo de aquel hombre que era su padre....
—¿Q-Que haces padre...?—Tartamudeó la niña ante el miedo que empezaba a apoderarse de ella con rapidez.—He dicho que mereces un castigo...—Edmond se interrumpió para lamerse los labios, su voz ya no estaba cargada de ira, ahora estaba cargada de lujuria pura.—¿No es asi?—Continuó tras unos segundos y una de sus manos comenzó a recorrer el muslo derecho de la pequeña hasta llegar a la entrepierna.—P-Padre prometo no hacerlo de nuevo...—En ese punto los ojos de Evanthe estaban llenos de lagrimas. —No prometas...— Susurró su padre junto al oído de la pequeña mientras dos de sus dedos entraron con brusquedad en el sexo ajeno provocando que la niña soltase gritos de dolor por la rotura del himen.—N-No...Seré una niña buena...— Apenas murmuraba la niña mientras movía las piernas tratando de escapar de ese rudo contacto pero los dedos de Edmond entraban en ella sin compasión alguna y se podía ver en su mirada como disfrutaba al escuchar los gritos adoloridos de la criatura ademas estaba seguro que la única persona que podía escucharlos era su esposa, Irina, pero ella no haría nada para detenerlo.

Poco a poco la pelirroja perdió la conciencia ya que el dolor la superaba. Al notar que la niña ya no se removía o gritaba Edmond gruñó irritado sacando los dedos cubiertos de sangre del interior ajeno.—Maldita niña.—Murmuró entre dientes antes de salir de la habitación para indicarle a Irina que ya podía asear a la niña; Irina sin decir palabra alguna entró tras media hora a la habitación de la niña tomándola en brazos como si de un saco de harina se tratase, salió del lugar aprovechando que los sirvientes estaban ocupados en sus trabajos y se encaminó hacia el sótano en donde un vestido rosa, agua, esponja y una pesada cadena esperaban a la niña. Una vez estuvieron en el sótano Irina dejó a la niña inconsciente en el suelo antes de empezar a limpiarla con ayuda de agua y esponja.—Nos servirás de mucho, querida—Susurraba con una amplia sonrisa al tiempo que terminaba de eliminar la suciedad del cuerpo ajeno y la vestía con el vestido rosa algo amplio; antes de salir del sótano ató la mano derecha de la niña con una cadena pesada que estaba sujeta a la pared de piedra para que no tuviese escapatoria.  



Story of a psychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora