Día tras día la familia de Lioncourt recibía invitados de altas clases sociales que salían del castillo con una amplia sonrisa en sus lascivos labios y así mismo la familia se volvía cada vez mas adinerada, en el pueblo se rumoreaba que era a causa de sus negocios en las grandes ciudades ademas sus cultivos eran bastante productivos pero nadie conocía la verdadera razón por la cual estaban ganando tanto dinero...Aquella razón era muy simple, cada hombre que entraba en aquel castillo siempre bajaba al sótano en donde la pequeña de rizos rojizos debía estar al servicio de cualquier acto sexual que los depravados hombres quisieran en contra de su voluntad a cambio los hombres debían dejar un pago bastante alto a los padres de la niña.
Los días de la pequeña eran cada vez mas oscuros gracias a que había perdido toda inocencia, la sonrisa se había borrado de sus labios y sus ojos ya no poseían brillo alguno. Habían pasado exactamente seis años desde que estaba encadenada en aquel sótano complaciendo los deseos de los hombres que entraban en el maldito sótano como ella solía llamarle en su cabeza, con el paso de los días los sentimientos y pensamientos de aquella niña de once años se habían distorsionado al punto de llegar a la locura. Cierto día cuando estaba por caer el atardecer al sótano llego el ultimo ''cliente'' de la pequeña el cual sin demora le quito el vestido rosa con visible desesperación y prosiguió a bajar sus propios pantalones para que así no hubiese impedimentos para penetrarla aunque aquel hombre cegado por su sed de lujuria había cometido un grave error, dejar una de sus dagas atadas al cinturón de armas, la niña ahora astuta fingía sus gemidos mirando a los ojos al hombre mientras una de sus pálidas manos bajaba con sutileza hacia el suelo en donde yacían los pantalones ajenos junto al cinturón y en un rápido movimiento logro sacar el arma del cinturón para luego ocultarla con su mano y antebrazo; ella ni siquiera tuvo que pensarlo demasiado, simplemente cuando el hombre llego al orgasmo ella clavo la hoja de la daga en el pecho ajeno justo en donde estaba su corazón latente logrando que la sangre la salpicase al tiempo que una amplia sonrisa se formaba en sus dulces labios viendo como el cuerpo inerte del hombre caía al suelo, ella se levanto con rapidez y coloco la punta de la daga en la cerradura moviendola un par de veces hasta que el candado se abrió dejándola en completa libertad.
Al fin,aunque no se iría del castillo aun, tomó su vestido rosa con el cual se vistió antes de salir del sótano, los rayos de sol la cegaron por un momento ya que habían pasado seis años desde que no veía la luz. Siendo cautelosa cruzó parte del gran salón y escuchó el llanto típico de un bebe al tiempo que escuchaba una voz conocida que entonaba una nana, esa voz era la de su madre y aquel niño que tenia en brazos era nada mas y nada menos que su hermano menor. El corazón de la niña se aceleró al ver aquella imagen y no tardó en acercarse a ellos desde atrás para luego clavar la daga por la espalda a su madre la cual cayó al suelo soltando un grito profundo de dolor, Evanthe se encargó de dar vuelta al cuerpo de su madre y empezar a apuñalarlo con fuerza en especial la zona del abdomen hasta que escuchó el llanto del bebe que había caído al suelo. —Shh,shhh— Dijo la pelirroja mientras se acercaba al bebe dejando el cuerpo inerte de su madre y tomó en brazos al niño. —Eres una pequeña rata...—Dejó un toque en la nariz del niño. —Ellos nunca te venderían como lo hicieron conmigo...¿Por que, niño?— Acostó al bebe al lado de su madre y puso la daga en el cuello ajeno —¿Por que me vendieron..?— Movió la daga hacia la derecha causando un corte fino en el cuello del niño del cual empezó a brotar sangre mientras el bebe lloraba con fuerza logrando captar la atención de su padre Edmond. —Trozo de carne...—Susurró al ver como el llanto del niño se apagaba al igual que su vida y se levantó de golpe al escuchar los gritos de su padre —¡Evanthe, Evanthe! ¡¿Que has hecho, maldita niña?! —Cruzó el salón a grandes zancadas y se arrodilló horrorizado observando los cuerpos de su amada esposa e hijo. —¡Los has matado! ¡¿Estas loca?!— Evanthe parpadeo un poco cuando le escuchó llamarla loca y sin ella poder controlarlo sus cabellos rojizos se cubrieron por ardientes llamas —¡No me llames loca!—Chilló mientras caminaba hacia el encorvado hombre para luego clavarle la daga por la nuca hasta que logró atravesarle la garganta sin darle opción a gritar. —No estoy loca...—Murmuró con suavidad mientras sacaba la daga viendo como el cuerpo caía junto al cuerpo del niño y no tardó en clavar la daga por la espalda del hombre unas cuantas veces mas hasta que sus manos no pudieron seguir por el dolor.
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Story of a psychopath
RandomEra solo una pequeña de cabellos color fuego risueña y simpática hasta que un día mi vida cambio por completo gracias a la avaricia de mis padres... ¿Que han hecho conmigo? ¡Juro que no estoy loca! ¿Por que puedo manejar los elementos...?¿Por que el...