Nieve Roja

Los días pasan, ya ni recuerdo cuanto hace desde que llegué aquí, encerrada tras estas cuatro grises paredes el tiempo parece transcurrir mas despacio y pienso en los motivos que acabaron llevándome hasta esta angustiosa situación.

Todo empezó ,si no recuerdo mal, un frío día de Noviembre; sonó,como cada día, la alarma de mi teléfono, la apague dormida y de mala gana, y no se como conseguí pesadamente sentarme. Me asomé a la ventana, estaba nevando. Volví a sentarme en la cama, me quedé quieta, mirando sin ver una zapatilla que había por ahí tirada. Me di una ducha rápida, me vestí con lo primero que vi en el armario, desayuné y salí corriendo de casa,volvía a llegar tarde al instituto. La mañana fue normal, las clases pasaron, lentas, pero pasaron; después de un día de duras y aburridas clases, una montaña de deberes y dos exámenes sorpresa por fin era hora de volver a casa. Amber -ella era mi mejor amiga- y yo hicimos juntas el camino de vuelta, mientras hablábamos recordé que me había dejado la carpeta en clase, no quería molestarla así que le dije:

-oye Amber porque que no vas tu a casa me he olvidado algo en clase

-seguro que no quieres que te acompañe? No me importa.

-no, tranquila, es un momento- negué, me despedí de ella y me di la vuelta decidida a empezar de nuevo el camino hacia el instituto.

Recogí la carpeta y atajé por el parque para llegar antes a casa -no solía coger ese camino cuando iba con Amber, porque siempre aprovechábamos el paseo para hablar- el suelo estaba cubierto por una gruesa capa de nieve que dificulta el paso; me detuve de golpe, algo llamó mi atención cerca de un árbol, una mancha de color que desentonaba en aquel blanco y monótono paisaje invernal.

No se de donde conseguí sacar el valor para acercarme, pero así lo hice, me fui acercando poco a poco, sin saber lo que podía encontrarme, la mancha que había visto de un rojo escarlata se iba haciendo mas grande con forme mas me acercaba. Me di cuenta de que formaba un rastro, decidí seguirlo – una increíble idea por mi parte- y allí estaba, tumbado sobre la nieve enrojecida por la sangre, un hombre cuya camisa estaba totalmente desgarrada, por la que se podían ver las diversas heridas -seguramente puñaladas- que le habían provocado la muerte.

Ahogue un grito ,temiendo que el autor de aquello pudiera seguir cerca, y retrocedí tan bruscamente que caí al suelo, me levante como puede,dado el aturdimiento que aquella imagen me había provocado, cogí el teléfono y llame a la policía.

No tardaron mucho más de cinco minutos, supongo de debieron notar el agobio en mi voz al explicarles la situación, llegaron dos coches de policía y un forense

uno de los policías, dijo que era inspector de homicidios, me tomo declaración, mientras le contaba todos los detalles de lo ocurrido no puede evitar girarme hacia donde había estado el cuerpo, ahora dentro de un de esas bolsas de plástico para cadáveres.

Me llevaron a casa; entré, conseguí evitar las mil y una preguntas que me hizo mi madre, diciéndole que no quería hablar de ello ahora – y así era, no quería hablar de ello ni en ese momento ni nunca- subí ,lo mas deprisa que me permitieron las piernas, a mi habitación cerré de golpe la puerta y me tire en la cama haciéndome un ovillo bajo las mantas, necesitaba borrar aquella imagen de mi mente pero se me hacia imposible, una y otra vez acudían a mi el recuerdo de aquellos ojos sin vida y toda esa sangre.

La adrenalina se esfumo de mi cuerpo tan rápido como había llegado dejando tras de si un profundo agotamiento; no tarde en quedarme dormida.

Me encontraba en medio de un lago ,un lago que nunca había visto, intenté nadar hasta la orilla pero por alguna razón no conseguí avanzar ni el mas misero centímetro. Una figura se movía entre las sombras, pero no habría sabido decir si era humana o animal; noté que el agua se espesaba y cada vez era mas difícil mantenerme a flote, de pronto me encontré en un mar de sangre espesa y caliente. Me estaba ahogando.