Capítulo 1: Los Hermanos.

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"Siento que me desvanezco, que nado en un pozo sin fin.
Quizás le apene a alguien pero eso no es pena para mi.
Ver a la muerte y su fría mirada no es algo que yo elegí.
Pero ocurrió en un día en el que todo estaba contra mi.

Mi marcha fue una sutil agonía teñida de sangre y recuerdos.
Me tuve que preguntar si acabaría como comida de cuervos,
o quizás tan solo un cuerpo acompañado de un futuro negro.
Pero sabía de seguro que dormiría en una caja y tal vez sin recuerdos.

La luna me ampararía en esa noche de invierno fría y cruda,
aparte de mis seres queridos ante mi alma sola y desnuda.
Mi madre lloraba, mi padre bebía ante tal noche suertuda.
Mi hermano callado, se tiraba al suelo sin esperar ayuda alguna.

Dicen que los comienzos nunca son fáciles, pero lo mío fue sencillo.
Me desperté una noche con hambre y los ojos sin ningún brillo.
Sentí de nuevo fuerza para levantarme y para matar el gusanillo.
Buscando sustento el viento me barrió como un rastrillo.

Lleno de vitalidad y emociones me encontraba, nótese la ironía.
El aliento helado, el pulso calmado, pues mi corazón apenas latía.
Ni angustia ni desesperación, exactamente nada es lo que sentía.
Solo apreciaba un instinto primario, el hambre, del cual me moría.

¿Familia? Ya no sabía que era tal cosa pues no tenía conocimiento.
¿Pensamiento? no tenía ninguno, aunque supiera que estaba muerto.
¿Segunda vida? No lo creo, lo podría definir como un envenenamiento.
¿Todo esto? Un inútil texto que explica que carezco de razonamiento".

Tras acabar el poema, James se vistió deprisa y bajó a desayunar. Ese día tenía que llegar pronto a clase, puesto que tenía un examen de química a primera hora y deseaba acabarlo cuanto antes pues le había dedicado bastante tiempo.
Al bajar las escaleras de su cuarto hacia el piso de abajo, recordó que tenía que coger el dinero del almuerzo que le había dejado su madre antes de irse a trabajar. Al subir se encontró a su hermano menor Trevor que estaba preparando sus cosas para ir a clase y le entregó una carta.
- ¿Es Mary de nuevo? Dile a las chicas de tu clase que no me interesan. - dijo James esbozando una ligera sonrisa.
- Lo sé pero es que acepto las cartas porque me comen la cabeza todo el día con que te las entregue. - explicó Trevor tras un largo suspiro.

James siempre había tenido un gran éxito entre las chicas, era alto, de tez pálida y unos profundos ojos azules que hacían a todo el mundo mirarlos. En cambio su hermano, era más bien bajito para su edad, ojos negros azabache y un tanto menos social que James.
Se llevaban 2 años, Trevor tenía 15 y su hermano 17, pero no les importaba puesto que hacían muchas cosas juntos y compartían algunos amigos.

-Bueno Trevor, me marcho hoy antes que tengo el examen ya nos vemos por el instituto. - le dijo James a su hermano que estaba acabando de desayunar.
James partió feliz y ansioso hacia el instituto. Por la calle se encontró a Matt, su amigo, que también iba a su clase y venía leyendo el temario de química por el camino.
- ¡Aquí está mi querido amigo que va a volver a hacer récord en un examen de química! - exclamó Matt sonriente como de costumbre.
- No prometo nada pero me da que esta nota va a ser épica a no ser que me la superes. - Dijo muy eufórico James.
- Bah, no creo no he estudiado lo suficiente para llegar al 9 o al 10. -añadió algo indignado Matt.
- Mi hermano me ha vuelto a traer una carta de Mary, otra vez... - suspiró James.
- Bueno, es bueno saber que tienes siempre alguien detrás de ti, ya podrías compartir. - dijo Matt en tono convincente.

Tocó el timbre y salieron a tomar el almuerzo James y Matt, los cuales aún hablaban de lo bien que les había salido el examen. Se sentaron con Trevor y con Carl y Joe que eran amigos de ambos.
Tras ponerse al día comenzaron a hablar sobre la extraña aunque muy guapa chica nueva del instituto, y James se acercó a hablar con ella.
- Hola soy James, ¿cuál es tu nombre? - preguntó con una gran confianza en si mismo.
- Encantada, mi nombre es Jessica. - dijo sonriente la muchacha.
Jessica era rubia y tenía también los ojos azules. Tenía 16 años y se había mudado con sus padres hace dos días porque a su padre le ofrecieron un trabajo en la ciudad.
- Bueno ha sido un placer, ya nos veremos por aquí. - se despidió James.
- Igualmente, ¡nos vemos! - le contestó Jessica.

Llegaron Trevor y James a casa y su madre ya les estaba esperando para darles un paquete que su padre les había mandado desde el extranjero, donde trabajaba. Dentro había algunos videojuegos, camisetas y una caja de dulces. Solía enviarles un paquete con regalos cada dos meses.
Trevor se parecía a su padre, Josh, los dos bajos y con los ojos negros mientras que James y su madre Kate eran dos gotas de agua.
Los dos hermanos se tiraron todo el día jugando a los videojuegos puesto que ese día empezaban las vacaciones de Navidad. Trevor ganó casi todas las partidas, se le daban muy bien los videojuegos y las cosas electrónicas, al contrario que James que era más de leer libros de misterio, crimen y fantasía.

- ¿Cuál es la relación de este recuerdo con tu problema, James?- preguntó intrigada la doctora Smith.
- Pues bien Doctora, esto sucedió hace 11 años ya, y creo que este recuerdo es el momento clave de todo el problema. - dijo James un tanto preocupado.
- ¿La chica?
- Sí, doctora sí. La chica. - Contestó James con la mirada perdida.

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