Capítulo 1

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Había un hombre de la Isla de Hawai a quien llamaré Sehun, él era de origen de coreano. Este hombre era pobre, valiente y activo, así es Sehun era homosexual, podía leer y escribir como un maestro de escuela y fue un marino de primera clase, además durante un tiempo, en los vapores de la isla, capitaneó de un bote ballenero en la costa.

Durante un largo tiempo, Sehun acarició la idea de dar una mirada por el ancho mundo y conocer ciudades extranjeras, por lo que se embarcó en una nave hacia la cuidad de San Francisco.

Esta es una bella cuidad, con un magnífico puerto y mucha gente rica, en particular, allí hay una colina llena de palacio. Por esa colina, Sehun caminaba un día, con sus bolsillos llenos de dinero contemplando con placer las amplias residencias que se levantaban a ambos lados de la calle.

- Qué hermosas casa, y que felices deben ser las personas que viven en ellas, ya que no tienen que preocuparse por el mañana.

Este pensamiento rondaba todavía su mente cuando llegó al frente de una casa que era más pequeña que las demás, pero tan encantadora y bien arreglada que parecía de juguete; los escalones brillaban como plata, los canteros del jardín florecian como guirnaldas y las ventanas brillaban igual que diamantes; Sehun se detuvo y se maravilló ante la exquesitez de todo lo que veía.

Al detenerse, advirtió que un hombre miraba hacia él a través de una de las ventanas; podía verlo con toda claridad como se ve un pez en la correr e desde la orilla de agua. El hombre era mayor, calvo y con una barba negra; sus facciones se veían cargadas de dolor y suspiraba con amargura. La verdad es que, mientras Sehun miraba al hombre y el hombre miraba a Sehun, cada uno envidiaba al otro.

De pronto, el hombre sonrió, saludó con la cabeza, hizo una seña a Sehun para que entrara y salió a recibirlo a la puerta de la casa.

- Esta hermosa casa es mía -Dijo el hombre con pesadumbre- ¿Le gustaría ver las habitaciones?

Así condujo a Sehun por toda la vivienda, desde el sótano hasta el ático y nada había en esa residencia que no se adecuara a la ambientación; Sehun estaba sorprendido.

- Ciertamente, es una casa hermosa; si yo vivirá en un lugar así, estaría riendo todo el día ¿Como es posible, pues, que usted suspire?

- No hay motivo por el que usted no pueda tener una casa similar a ésta, o mejor, si así lo desea. Supungo que tendrá algún dinero.

- Tengo cincuenta dólares, pero una casa como esta debe costar más de cincuenta dólares

El hombre hizo cálculos.

- Lamento que no tenga más dinero, porque eso podría traerle problemas en un futuro, pero puede ser suya por cincuenta dólares.

- ¿La casa?

- No, la casa no, sólo la botella. Porque quiero confesarle que, aunque parezca rico y afortunado, toda mi riqueza, incluso esta casa y su jardín, han salido de una botella no mucho más grande que las de un cuarto de litro. Ésta es.

El diablo en la botella [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora