Parte Unica

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Este es un pequeño Jonglo, ya ven yo no discrimino a ninguna otp XD. Aunque aclaro que solo es mención, no hay nada explicito. Es muy tierno el one shot.

Disfruten su lectura ^^


La vida de Choi Junhong podía describirse como... la vida normal de un estudiante. Y si lo era, todas las mañanas se levantaba, desayunaba y se despedía alegremente de su madre. Durante el camino al colegio, Junhong se detenía a mirar por el ventanal de una pequeña pastelería, el observaba como el empleado de la pastelería, salía de lo que suponía la cocina, con bandejas llena de pan de diferentes formas y texturas. Sonreía al ver como el chico, quizás unos cuantos mayor que él, colocaba con cuidado el pan en los estantes frente al ventanal, luego miraba hacia fuera y saludaba a Junhong con una tierna sonrisa, a lo que Junhong respondía de igual manera. Luego seguía su camino. Cuando llegaba al colegio, corría a encontrarse con sus amigos, bromeaba con los chicos y era lindo y amable con las chicas, tal y como su madre le enseño. Durante las clases, se esforzaba en ser un alumno dedicado, aunque había algunas materias que se le dificultaba, nunca dudaba en pedir ayuda a los profesores, por eso era querido por ellos, porque se esforzaba por siempre mejorar. Al término de las clase, Junhong, emprendía su regreso a casa. Se detenía en la dulcería y compraba caramelos. Junhong se tomaba el tiempo para llegar, después de todo, se encontraría en casa solo y eso no le gustaba, sabía que su madre debía trabajar pero odiaba que lo hiciera hasta tarde. Siempre contaba los pasos de la dulcería hasta un pequeño jardín de niños, el mismo donde el había ido cuando era un pequeño Junhong. La directora había sido su maestra hace años y siempre lo recibía con el mismo rostro jovial, él la quería como su segunda madre y cuando tenía tiempo pasaba a saludarla, aunque no debía olvidar los dulces que tan enérgicamente le pedían los pequeños del jardín de niños, había aprendido a no llegar sin las manos vacías o si no sería víctima de un mar de pequeñas manos atacando su vientre y haciéndolo caer por las cosquillas. Siempre se despedía con tristeza de los niños, les había agarrado cariño y ellos a él, su camino proseguía y su siguiente parada era la pastelería, como era costumbre no entraría, solo miraría al interior. A esas horas era común encontrar a chicas de instituto intentando llamar la atención del empleado del lugar, Junhong solo miraba divertido como el chico intentaba hacer su trabajo sin accidente alguno, mientras era bombardeado con halagos que parecían avergonzarle, se volvía torpe y nervioso. Para Junhong era una escena que no podía perderse. No duraba mucho su diversión, ya que debía seguir y llegar a casa para hacer los deberes, además también era la hora en que "él" llegaba. Junhong era un chico que siempre se regía por las enseñanzas de las personas mayores, su madre, su antigua maestra, sus abuelos, pero no tenia a nadie que le enseñase sobre el amor. Junhong se sentía confundido, sabía que lo que sentía por su vecino no era una simple admiración, no podía ser solo eso, porque él admiraba a muchas personas y con ninguna su corazón se aceleraba tanto como lo hacía con ese chico moreno de sonrisa contagiosa. Al llegar a casa, entraba solo a dejar sus cosas en cualquier lado, no importaba, ya habría tiempo después para acomodarlas, pero debía estar en el pórtico, esperando que "él" apareciera. 6:30 y ahí estaba, caminando al lado de otro chico de la misma edad, pero el otro chico no le

importaba a Junhong, sus ojos solo podían mirarlo a "él". Cuando se despedía de su amigo, las miradas del moreno se dirigían hacia el pórtico de Junhong y esas encías rosadas se asomaban acompañadas de los blancos dientes del chico. Cruzaba la calle y saludaba a Junhong muy efusivamente, revolviendo los cabellos del menor, porque ese chico que hacia suspirar a Junhong, era mayor que él, unos seis años más específicamente. Duraban cerca de una hora platicando de su día, aunque en realidad, Junhong era quien escuchaba todas las cosas increíbles que le sucedían al mayor, o al menos así pensaba él. Todo lo que le contaba su vecino era de gran interés para el pequeño, deseaba conocer cada gusto, cada detalle de la personalidad del otro, solo porque él deseaba hacer todo por agradarle al otro chico. Pasado el tiempo, el mayor se despedía de la misma forma que saludaba a Junhong, revolvía sus cabellos y decía "nos vemos mañana". Entonces Junhong entraba a casa y llevaba sus manos a su pecho, era obvio que no podía detener de esa manera la agitación de su corazón, pero aun así estrujaba su ropa intentando calmarlo. Ya solo en su casa, arreglaba su ropa, hacia sus deberes y recogía un poco la casa para no dejarle tanta carga a su pobre madre. Al día siguiente, la rutina de Junhong era similar, de vez en cuando variaba al ir a casa de algún amigo a realizar un trabajo, o también se detenía en el parque para practicar con su skate, quizás su único hobby. Los días pasaban y aunque parecía siempre rutinarios, Junhong siempre los recibía con una sonrisa. Hasta que en una ocasión, platicando con sus amigos salió un tema no desconocido para él, pero si poco comentado: el amor. Al parecer uno de sus amigos se había confesado a una de sus compañeras y ahora estaban de novios. La nueva pareja aun tímida por las miradas de los demás, se veía feliz, se sostenían de las manos y caminaban uno a lado de otro, casi rozando sus hombros. Él quería ser de esa forma con su vecino, quería ser el quien por solo una vez revolviera los cabellos del otro, le acariciara la mejilla y se despidiera con un suave beso en la frente. Se veía a sí mismo, tomando esa fuerte mano, mientras caminaban lado a lado. Realmente Junhong se había enamorado y esperaba ser correspondido por el otro, la idea de ser rechazado no pasaba por su mente, solo el hecho de ¿Por qué se tomaría el tiempo de estar con Junhong todas las tardes si no le gustara? O eso era lo que creía. A la salida, se olvidó de su rutina, paso de largo en la dulcería, ni siquiera se detuvo en la pastelería a pesar que el chico de ahí le saludaba con la más deslumbrante sonrisa, Junhong solo quería llegar a casa y esperarlo, quería decirle lo mucho que le gustaba. Llego jadeando a su pórtico, era temprano pero no le importaba, le esperaría cuanto tiempo fuera necesario. Pasaron los minutos, luego una hora, luego dos, tres y ni rastros del chico. La noche caía y Junhong seguía esperando, se abrazaba a si mismo evitando el aire frio o quizás evitando sentir el dolor que traía la decepción, la preocupación. Posiblemente algo le paso y por eso no llegaba. El solo pensar en ello le dio valor y corrió a la casa de enfrente, toco la puerta hasta que una amable mujer le abrió. Era la madre del mayor, sin olvidar su educación saludo cortésmente y pregunto por su hijo. La mujer estaba curiosa y un tanto confundida, pero de la misma manera que Junhong saludo ella le respondió. Junhong ya no escuchaba nada, estaba absorto en las palabras de la mujer "se fue a E.U a terminar sus estudios". Se fue, lo abandono, ni siquiera fue para despedirse, no dejo que se confesara, ahora debía cargar con ese remolino de sentimientos que era su corazón. Entro a su casa y subió a su cuarto, se dejó caer en su

cama y lloro como un niño perdido, buscaba consuelo pero estaba solo, lo que siempre había odiado y siempre trataba de evitar, la soledad. Se preguntaba qué haría ahora sin esos bellos momentos en el pórtico. Las semanas pasaron, no había noticias de su vecino o le daba miedo preguntarle a su madre. La alegría había desaparecido del rostro de Junhong, su madre lo había notado, sus amigos lo notaron también, cuando le cuestionaban sobre lo que le pasaba el simplemente fingía una sonrisa y seguía su camino. Incluso sus rutina había cambiado, ya no había más visitas al jardín de niños, ni burlas al pobre empleado de la pastelería, no más skate ni tardes en el pórtico. Caminaba horas por el parque, poniendo un pie delante del otro, haciendo los pasos más cortos, retardando la vuelta a casa, no quería ver la sombra del mayor en la entrada de su casa. Miraba al suelo, sin prestar atención, por eso no noto que alguien le impedía seguir, solo al ver unos pies delante de él, fue que levanto la vista, frente a él se encontraba el chico de la pastelería, aquel chico de sonrisa eterna, ese chico que después de varios días sin recibir la visita de su pequeño amigo se preocupó y aun sin saber quién era le busco. Había visto el uniforme de Junhong así que fue al colegio, no sabía su nombre pero eso no le impidió preguntar por el chico de gran altura con rostro de ángel, nadie sabía de quien hablaba, hasta que una pareja de estudiantes le devolvieron la esperanza. Tan pronto como los chicos le dieron la dirección de Junhong, el otro chico salió a toda prisa. No tuvo problemas con dar con la casa, pero cuando llamo, nadie contesto, estuvo esperando cerca de media hora y nada. Rendido, camino de vuelta pero a lo lejos vio una figura familiar, el pequeño gigante caminando con la mirada baja, los brazos al lado y rostro serio. El corazón del chico se le encogió y fue a su encuentro, se paró frente a Junhong y espero a que le notara. Después de varios días sus miradas se volvieron a conectar, el chico de la pastelería le saludo de la forma en que el solo sabía, con una sonrisa y con unas palabras que hicieron acelerar el corazón de Junhong nuevamente: "soy Jongup, encantado de conocerte"



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⏰ Última actualización: Dec 07, 2015 ⏰

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Inocente Amor - JongloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora