La húmeda y escabrosa tierra bajo sus pies sonaba a cada movimiento y su respiración se veía cada vez más tangible a medida que se adentraba más en el bosque. Rápidamente intento orientarse, pero cada árbol le era igual al anterior, caminaba por un laberinto del cual creía que no podía huir. Se sentía asfixiada, sus pulmones se atestaban y vaciaban de aire con más rapidez, haciendo que su corazón pegara brincos exageradamente continuados. Ya no conseguía dar ni un paso más y sus piernas se movían por inercia sacudiéndose a cada paso que daba. Mientras más tramo cubría, mas arboles se cruzaban en su camino.
Ya no escuchaba el traqueteo que producía la extraña figura de su amo, pero eso no la hacía sentirse más segura, él siempre estaba ahí, aunque no pudiera verle, siempre vigilando que siguiera sus órdenes, ya no quería existir así y su rebelo contra él la habían llevado a esa situación. Al comienzo había sido sencillo burlar al guardia de su celda, pero cometió el error de olvidar que su amo era un cazador omnipotente y ella una sumisa presa neófita.
Se detuvo unos segundos para poder tranquilizar su respiración y encontró un nuevo enemigo. El frio. Se debatió entre el poco calor que le brindaban sus brazos refregándose versus el viento gélido que se arremetía contra ella. En su gran desesperación oía ruidos confusos y trataba de mirar en varias direcciones en un intento frustrado por mantenerse en control. De pronto el silencio se hizo presente y solo escucho una grave voz que no surgía de ningún lugar en especial, Chriss se sobrecogió y con sus manos apretó fuertemente sus oídos tratando de no oírlo. Pero lo oía en su foro interno lanzando con saña las palabras « No puedes huir Chriss, nadie puede y lo sabes…».
El cielo se le unió y juntos lloraron sin consuelo, sentía rozar las lágrimas delicadamente sobre sus pómulos, recorriendo su mejilla y desapareciendo en medio de su caída con un sutil carmesí una y otra vez, sentía su muerte inminente y la voz solo empeoraba la situación.
Cuando la voz dejó de resonar en su mente logro estabilizar parte de sus emociones y continúo.No dejaba de intentarlo; se arrodillaba para conseguir un poco de calor y para equilibrar el ritmo de su respiración, y se levantaba para poder seguir. Todo por un lapsus que se le hacía tan extenso. Cuando sintió que se destrozaría y se emprendería contra el suelo se sujetó contra los simétricos arboles que le enjaulaban. Desde ahí vio la sombra de su amo acercarse. El corazón de Chriss parecía salírsele del pecho de tan veloz que iba y un frio diferente hasta el que ahora había sentido le recorrió. Cedió contra sus impulsos de supervivencia y se rindió ante la Muerte. Esta no fue clemente con ella y antes de desecharla la hizo rememorar cada uno de sus trabajos, comenzó con los más sencillos hasta los más crueles; cuando su raciocinio no se había formado y Chriss solo era un cuerpo que buscaba el dolor y la sangre humana.
Le recordaban una escena teñida de carmesí, donde los gritos solo eran parte de la música de fondo que acompañaba los cuadros, caras tristes y miradas de odio a su alrededor. Indeliberadamente estaba ella, solo ella en medio de un inmenso jardín, mirando como unos pequeños jugaban, se estaban divirtiendo, reían felices, pero la felicidad no duro y se presento la criatura en escena, de forma borrosa para los niños. A rastras alejo a uno de los pequeños. Este se asustó, gritó, e intentó escapar, tratando de zafarse de aquellos brazos que aprisionaban su cuerpo.
¡¡Zap!! Chriss no se hizo esperar y con un solo movimiento el cuerpo del niño se desgajó frente a los ojos su hermano, desplomándose y cambiando el color del suelo en el que ahora se encontraba. Acallando todo y dejando al frio silencio en su lugar…
-¡¡JAMES!!¡James, James, James, James…!- el niño se le acerco rompiendo el silencio atemorizado, llorando, mientras Chriss se mantenía distante, sin oír, presente en un cuadro sin color, y con una sonrisa asomándose en la comisura de sus transparentes labios. El pequeño hermano lo abrazó y al sentir la liquida sustancia escurrir entre sus manos su alma se liberó brotando de su cuerpo con vehemencia, lo que Chriss aprovecho para apoderarse también de ella. Su trabajo había terminado.
«Eres mía Chriss, no puedes huir…» Otra vez, esa voz demandante se hizo presente en su cabeza, eliminando cualquier rastro de cordura y sumiéndola en la oscuridad.