Finalmente el silencio que mantenía aquel rincón de la Escuela Namimori cesó gracias a una risa bastante peculiar. Por supuesto, no era ni más ni menos que Mukuro riéndose sarcástico, como si estuviera burlándose de la otra persona para enfadarlo. Y de hecho, así era.
¿Qué más decir?
Oh, sí. Que aquel plan también funcionó.
Sin embargo, Kyoya no pudo hacer ningún movimiento (para fusilarlo) antes de que Rokudo agarrara sus muñecas y lo estampara contra la pared con, aún, una sonrisa traviesa plasmada en el rostro. Pronunció su distinguido y elegante "Oya, oya" para enfadar más a su acompañante.
—Kyoya-kun, nunca pensé que serías tan débil. Tú siempre profesando que matarás a todos; que asesinar esto, que asesinar aquello... ¡Pero mírate! —elevó la voz—. Ahora estás atrapado por mí, el poderoso Rokudo Mukuro —soltó divertido, acercándose con lentitud hacia Hibari.
—Si osas a dar un paso más —frunció el ceño desafiante y con una expresión atemorizante a perspectiva de cualquiera. Y uno de esos «cualquiera» sería, tal vez, Tsunayoshi—, te morderé hasta la muerte —y completó aquello todavía resistiéndose a Mukuro.
Un poco más y se liberaba. Lástima —y por suerte— que el cabeza de piña —como suelen insultarle algunas veces— tenía bastante fuerza. Quizás más que Hibari, y eso se comprobaba en aquel instante.
—¿Sabes, Kyoya-kun? —se relamió los labios alzando una ceja insinuante—. Me encantaría que me muerdas. Suena excitante.
Y raro por parte de Hibari no reclamó, y en cambio respingó producto de la sorpresa. ¡Además un gran sonrojo cubrió ambas mejillas! Sin embargo Mukuro no podía caer en cuenta. "Demasiado adorable", se dijo. Y también agradeció estar vivo para ver aquello. Se preguntó qué había hecho para merecerlo.
La sonrisa burlona de Mukuro se reemplazó por una sincera, lleno de ternura, al poder observar tal preciosidad en «el ser más terrorífico de Namimori». Hibari lo miró extrañado, y aprovechando la distracción del otro, se liberó del agarre dedicándole una mirada oscura, recibiendo así un fingido gemido (o suspiro) como respuesta por parte de Mukuro.
—Si sigues así me excitarás.
Y antes de que este último fuera capaz de lanzarle un beso al aire para hacerle perder los estribos una vez más, Kyoya se fue de allí rápidamente, fingiendo que no se había avergonzado en ningún momento —como si su porte siguiera siendo imponente a pesar de estar caminando demasiado rápido, con la cara y las orejas rojas—.
Mukuro se sentía satisfecho, teniendo el presentimiento de que tal vez y sólo tal vez debería molestar de esa forma más seguido a su «Kyoya-kun» para de ese modo poder ver ese tipo de reacciones tan, pero tan lindas.
—¡Mukuro-sama! —el grito de sus compañeros de la Escuela Kokuyo interrumpieron su maravillosa reflexión e hizo que retomara el camino hacia su preparatoria. El destino que tenía antes de darse cuenta de que podía hacer un desvío para ir a visitar a su amado novio.
Ah. Tan amado. ¿Verdad, Mukuro?
Tu amado Hibari Kyoya, que a pesar de ser tan tosco y gruñón, en su interior albergaba una inocencia muy grande. Tan gigante como para no doblegarse o sucumbir ante Mukuro.
Éste rió por enésima vez en el día, alargando sus siguientes palabras con adoración. —Tan lindo tú, Kyoya-kun.

ESTÁS LEYENDO
En un rincón de Namimori
FanfictionLo que ocurre cuando Hibari es molestado por Mukuro en uno de los rincones de la Escuela Namimori. Drabble//Shonen Ai//6918.