Quiero que te quedes.
¿Tanto me costaba pronunciar cuatro palabras?
Lo que calla la boca lo gritan las palabras que uno mortifica en un papel... o a través de la pantalla. Nunca tuve tiempo, nunca me preocupé... y hoy es cuando soy capaz de sentarme y malgastar mi tiempo escribiendo algo que jamás leerás. Pero de algún modo necesitaba que sepas de mi.
Las cosas están tal cual las dejaste, por si decides volver... y no, jamás me había encariñado con una persona; tengo miedo de mi misma. Tantos sentimientos ajenos a mi persona, tantos pensamientos que invaden y debilitan mi mente inestable. Algo puede que esté cambiado.
Entiéndeme cuando digo que jamás busqué encariñarme, jamás pensé en buscar amistad, jamás busqué a personas para que se queden... solo son personas pasajeras y ajenas a mi corazón; supiste encontrar las grietas en mi pared de concreto. Puede que sea una personas que quiere, que acaricia, que es feliz... pero solo es el traje de hierro que debo llevar encima; no soy nada de eso, solo soy una amante de mis pensamientos, de mi misma; no quiero, no acaricio desde el alma, solo soy feliz para ocultar lo mal que estoy por dentro. Las personas llegan para irse alguna vez, no quiero pasar la desilusión nuevamente; por eso, lamento cuando te olvido, lo siento. No soy una persona que busca a las demás... y una vez que lo intento hacer y no veo respuesta lo dejo.
Hace unos días hablé con mi fantasma del pasado, se veía contento de verme; de una forma estaba orgulloso de mi. Comentó acerca de mis cambios, de lo que hice y de lo que no; lo que estaba bien y lo que no... Preguntó si de alguna forma estaba bien conmigo misma, jamás le podré mentir, los años no pasan en vano y el llevarse prácticamente la mitad de tu vida con él se convierte en el confidente de ti. Dijo que a pesar de verme bien, aprendí a actuar mejor y esconder mis sentimientos mejor.
Me quebré frente a él.
¿Qué tanto las personas pueden cambiar de acuerdo al dolor? ¿Hasta dónde puede fingir alguien? Solo hay dos personas en el mundo a quienes le confío la vida, él y tú, ustedes. ¿No lo demuestro? Lo siento. ¿No me preocupo? ¿No te escribo? Soy la persona más ingrata del planeta; odio demostrar que me preocupo por personas ya que sale a la luz que posiblemente esté encariñándome. Prefiero olvidarlo y dejarlo de lado hasta que lo ajeno se vaya lentamente por donde quiso entrar.
Suelo abrir la puerta, pero no dejar pasar.
Te llevaste una parte de mi al momento de cruzar el umbral de la puerta con una maleta y las alas del destino te llevaron lejos de mi por primera vez; no fui capaz de pronunciar las palabras te extrañaré, hasta pronto. Me mordí la lengua hasta que sangrase.
Aún escucho los ecos de tu risa, aún puedo sentir tus pasos tras de mi y de alguna forma las calles están más vacías, de alguna forma todo está más grande que antes.
Aunque te odie con mi vida, aunque a veces no te quiera ver.
Las melodías que dejaste aun suenan tenuemente dentro de tus recuerdos; las nubes que solías amar aún pasan por si quieres volver.... ¿La brisa que no te gustaba te traerá alguna vez de vuelta? Los kilómetros hablan por si solos... la comunicación que jamás fue instantánea. Las promesas que atesoré y jamás cumpliste... ¿Esperas a que yo dé el primer paso? ¿Que remarque las palabras?
Las cosas que te gustaban y las que no se mantienen allí.
Te quiero acá, pero a la vez te quiero lejos porque te odio, tan terca, tan idiota.
¿Eso querías? Historias de amor, aunque no sea lo suficiente.
¿Qué quieres? ¿Qué es lo que necesitas? Palabras sobre las memorias que dejaste; que mortifique mi mente recordando que no estás.
¿Me extrañas también?
Te vi llorar y te contuve en esos momentos, intenté estar presente; no puedo, no me lo permito... nadie, jamás me contuvo en los momentos difíciles, mi amigo pagado semanalmente fue el que me escuchó, el mismo que me medicaba para olvidar, el mismo que me hacía dormir y me dejaba físicamente inútil, fue el único, pero no cuenta, sólo fui el experimento, la rata de laboratorio; solo mi mente era lo que la mantenía, mi extraña y magnífica mente.
Soy una persona enferma mentalmente; pero cuerda.
El equilibrio entre lo malo y lo bueno, lo fantasioso y la realidad, el dolor y la poesía... el odio y las palabras bellas....
La capacidad de transformar tanta rabia en palabras armoniosas y agradables de leer... algo difícil de entender.
Puedo ver las fotos como se queman a lo lejos, ¿crees que correría a apagar el fuego vivo? Recuerda que le temo; aun así, aunque el agua fuese mi mejor amiga no procedería a hacer algo así. Los recuerdos deben ser quemados, así no duelen tanto.
Lástima que no puedo quemar mi mente.'
¿Por qué me siento tan cercana a Warner*? Quizá soy como él... una persona débil y cobarde que se esconde a través de la máscara de la frialdad.
Paredes blancas, pienso.
Bloques de concreto.
Habitaciones vacías. Espacio abierto.
Nada existe dentro de mí. Nada se queda.
*Warner es un personaje ficticio de la saga de Tahereh Mafi, La Piel de Juliette. Se los recomiendo.