Prologo

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Los electrochoques eran muy dolorosos. Tanto física como psicológicamente. Estaba agotada de ellos, no podía escapar del lugar oscuro en el que me encontraba. Ya no sabía qué hacer.
Ellos quieren que yo olvide quién soy. Y en serio que no quiero hacerlo, pero los recuerdos cada vez se van yendo y no sé cómo detenerlos. Mientras otra descarga corrió por mi cuerpo, me repetí con fuerza una vez más lo que no quiero olvidar... 

Mi nombre es Mary Alice Brandon. Tengo 19 años. Nací en Biloxi, Mississippi. Tengo una hermanita, Cynthia. Mi padre asesinó a mi madre... 

Y el recuerdo de mi visión más horrible cruzó mi mente. Mi padre mandó matar a mi madre. Fue él quien lo hizo. Y no estoy loca porque sé que en verdad fue él. Yo misma lo vi, al igual que lo estoy haciendo ahora...
El dolor paró, al mismo tiempo que los dolorosos recuerdos.
Mi cuerpo temblaba, no puedo siquiera moverme, mis músculos están tensos y adoloridos.
El doctor me mira atentamente, tratando de ver en mis ojos si aún tengo conocimiento sobre mí misma. Lo reto con la mirada, repitiendo en mi mente las mismas palabras que me obligué a aprender desde que entré en este horrible psiquiátrico.

Mi nombre es Mary Alice Brandon. Tengo 19 años. Nací... nací en Biloxi, Mississippi. Tengo una hermanita, su nombre es...  traté de recordar, más bien me obligué a mí misma a hacerlo Cynthia, ella se llama así. Mi padre asesinó a mi madre...

Otra descarga. ¿Cuándo iban a parar? No tenía fuerzas para nada. Con esta última descarga muchos recuerdos se despidieron de mi mente. Se iban tan fácil... y me dejaban más sola que nunca en esta dura batalla. Adiós, recuerdos, nos veremos en el más allá.
Nuevamente, el doctor me miraba con atención. Me estaba estudiando.
Había olvidado el motivo por el cual estaba aquí ahora mismo, hasta que se hizo presente nuevamente... una visión.
Va a llover... anuncié, recordando con frescura las gotas de agua que iban a chocar contra la ventana que había debajo del techo.
El doctor frunció el ceño, mirando el cielo despejado por la ventana y luego dándole una significativa mirada a la enfermera que estaba a mi lado. Ya sabía lo que venía.
Dos minutos después... otra descarga atravesó mi cuerpo haciéndose notar como una vieja amiga, llevándose consigo todo lo que yo traía.
Estaba desorientada, no entendía mucho lo que pasaba, en la sala en la que me encontraba solo se escuchaba el sonido de las gotas al chocar contra el techo. Mi piel se erizó al sentir que yo ya había vivido eso. Miré a un costado y luego al otro, después miré arriba y luego abajo. Mis muñecas y mis tobillos estaban sujetos a unas cuerdas gruesas que estaban pegadas a la camilla en la que estaba acostada. Me tenían atrapada allí.
Desesperada, traté con las pocas fuerzas que traía de recordar... y por alguna extraña razón mis labios comenzaron a susurrar aquellas familiares palabras... 

—Mi nombre es... —Y allí me quede, al encontrar nada en ni mente vacía, preguntándome a mí misma; ¿Quién soy?


La historia de Alice Cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora