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Capítulo 7: Matthew Fiztgerald

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Estuve cerca de caer en su juego de nuevo.

Últimamente me pasaba mucho y eso comenzaba a molestarme.

Después de ese episodio frente a secretaría, no me apetecía hablar con nadie, mucho menos encontrarme con Becka de nuevo. No habíamos cruzado ni una palabra desde el momento en que dejó de hablarme en séptimo grado. Sin embargo, ella sabía exactamente quién era en el momento que interrumpió lo que sea que estuviese ocurriendo entre Sawyer y yo. Y aun así siguió ignorándome para continuar coqueteando con el gran idiota.

Se había vuelto una persona totalmente distinta. Desde que dejó de hablarme, se convirtió en una de las amigas de la Zorra, perdón, Zoe Stevens, la supuesta chica más popular de la escuela y la única en toda la escuela —y quizá de todo el mundo— que no soportaría entablar una conversación sin querer lanzarle un puñetazo en la cara.

Me entenderán cuando me encuentre con ella en algún momento.

Escapé de ese irritante momento para ir a mi primera clase del año: Química. La cual no sabía si era tan aburrida que no presté ni la más mínima atención, o si simplemente mi mente estaba en otro lado.

Probablemente eran las dos.

En cuanto la campana sonó, casi me lanzó fuera del aula. No quería estar ni un minuto más dentro de ella con el profesor Dereck escupiendo mi cara con cada palabra que decía.

Mala mía por sentarme al frente.

Iba a comenzar a caminar pasillo abajo en busca de mi casillero, cuando sentí a alguien tocando mi brazo con su dedo para atraer mi atención.

Mi boca luchó por no abrirse al ver al chico que tenía frente a mí. No había manera de que esta persona fuese alguien común en esta escuela. Era delgado, pero se veía que estaba en forma, tenía una delicada piel blanca y unos ojos increíblemente azules que rozaban la transparencia. Su cabello era abundante, brillante y ondulado, de un castaño claro, casi rubio.

Él solo estaba parado ahí, frente a mí, dedicándome una pulcra y cortés sonrisa.

—¿Ahora sí tengo tu atención? —Su perfecto acento inglés me hizo despertar.

—¿Qué? —pregunté, frunciendo el ceño, sacudiendo la sensación de querer mirarlo durante mucho más tiempo del necesario.

¿Nos habíamos encontrado antes? Ni puta idea.

—Eh... Somos compañeros en Química, pero ahora puedo entender que estabas muy distraída como para notarlo —se explicó, sin dejar de sonreír.

Sus pómulos eran tan... Mierda. ¿De dónde había salido este chico inglés?

—Lo siento, mi cabeza ha estado en otro lado toda la mañana —me disculpé, viéndome avergonzada—. ¿Eres nuevo aquí?

—Sí, estudiante de intercambio de New Castle —dijo él, risueño—. Soy Matthew, Matthew Fitzgerald.

Así que Matthew había salido de New Castle.

—Dylan, Dylan Carter —me presenté, aceptando su apretón de manos.

—¿Dylan? Ese es un nombre...

—De chico, es un nombre de chico, lo sé —reí mientras cambiaba de posición mi bolso—. Culpa a mi padre por eso.

Él me deleitó con una deslumbrante risa. Vaya, era demasiado atractivo.

Y vaya, debería dejar de pensar en eso.

—A juzgar que no le prestaste la mínima atención a la clase, te informo que tendremos que hacer una tarea juntos.

Asentí lentamente, comprendiendo ahora por qué me hablaba y por qué me había seguido hasta aquí. Era por una tarea.

Mi nuevo compañero de Química Matthew estaba a punto de decir otra cosa, pero mi rostro no pudo evitar descomponerse al ver que Sawyer se acercaba a nosotros desde el otro lado del pasillo.

—¿Te encuentras bien? —Escuché que el chico nuevo me preguntaba al ver mi drástico cambio de humor.

—¿Podemos hablar? —Sawyer ya se encontraba frente a mí, lo cual no me permitió responder a su preocupación.

Jódete.

—Ya estamos hablando, ¿no? —Me crucé de brazos, luciendo irritada ante su presencia.

No quería ser parte de sus juegos, me rehusaba a dejar que unas pocas palabras bonitas volvieran a descolocarme.

—Sabes a lo que me refiero, Dyl...—resopló, disculpándose con la mirada—. Déjame explicarme.

Solté una irónica carcajada.

—No hace falta, no me debes nada, ninguna explicación —le dije, sonando lo más tranquila que pude sonar.

—Estaba ebrio —comenzó a hablar, sin dejar de mirarme, aparentemente ignorando lo que acababa de decir.

—Todos lo estábamos —lo detuve, poniendo los ojos en blanco—, es por eso que no tienes que explicarme nada, ya que no tomo eso como un asunto importante, así que prefiero que olvides lo que pasó.

Eso es, Dylan, sé madura.

—¿Debería encontrarme contigo luego? —carraspeó Matthew, sonando algo incómodo.

Mierda, me había olvidado de él.

—¿Y quién coño eres tú? —Sawyer enarcó una ceja hacia él, mirándolo de arriba abajo, molesto.

Bufé ante su falta de cortesía.

—Soy Matthew Fitzgerald, el chico nuevo —se presentó, sin indicios de ofensa en su rostro.

—Sí, y el que ahora se va conmigo —tercié mientras me movía hacia su lado, aprovechando la oportunidad para escapar de la conversación.

Sawyer me miró, sorprendido.

—¿Qué?

Sonreí. Él nunca había sido dejado hablando solo por una chica.

Pero para todo existía una primera vez, ¿no?

—Tenemos que organizar una tarea de Química. Te veré luego, en el almuerzo quizá. —Me apresuré a decir, arrastrando a Matthew conmigo hacia mi casillero antes de que pudiera decir otra cosa.

—¿Es ese tu novio o algo así? —indagó Matthew cuando ya estuvimos en mi casillero, en un lugar seguro.

—No —gruñí, sacando mi nuevo y gordo libro de Historia—. Es... uno de mis mejores amigos.

—Oh. —Él asintió lentamente, como si hubiese comprendido algo muy importante—. Así que es el típico drama del mejor amigo enamorado. Entiendo.

Solté un bufido, incrédula.

—Se ve que aún no sabes quién es Sawyer Brown, ni quién soy yo tampoco —comenté, echándome a reír—. Solo hemos tenido una noche loca, creo que deberías saber que soy un poco... diferente al estereotipo de chica común y estoy cien por ciento segura que no es el tipo de chica que ninguno de mis amigos quisiera tener.

—Bien, puedo ver eso. —Él me sonrió, recostándose sobre el casillero junto al mío para darme un mejor vistazo—. Si fueras una chica común, me hubieras hablado en tono seductor con toques de brazo incluidos y guiños. Me ocurrió temprano, en serio. —Se encogió de hombros, cohibido—. Y me alegra de verdad que no seas así. Me asustan ese tipo de chicas.

Le sonreí divertida, cerrando mi casillero al fin.

—Créeme, a mí también —lo apoyé, comenzando a caminar junto a él hacia la clase de Historia.

Me alegraba tener un amigo nuevo para mi corta lista de amistades. 

She is One of the Boys [Versión borrador] [Disponible En Papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora