Todos los animales tenemos memoria.
Menos tú.
El otro día se te olvidó mi nombre
mientras estábamos follando.
Llegué al orgasmo con dudas,
"o este me engaña, o es imbécil
Porque yo no me llamo Verónica".
Se te olvidó dónde vivimos,
porque te vi por la noche subir a otro edificio.
Tampoco te acordabas de que odio el carmín
en serio, ¿por qué me compras pintalabios rojo?
y no me mientas
lo vi en tu chaqueta.
Se te olvidó darme el regalo de aniversario,
y eso que lo encontré escondido en el armario;
pero al llegar el día, me dijiste que no hacían falta.
Quizás esa sea tu naturaleza, olvidarte de cosas.
O quizás
solo quizás.
Tu memoria no es la que falla,
sino mi inteligencia.
Y soy la gilipollas que prefiere
pensar que eres un torpe
a que tengo más cuernos que el padre de Bambi.
Qué duro es el amor, ¿no?
llorar por las noches en silencio
solo para que no te des cuenta de que ni soy tonta
ni te voy a culpar nunca.
Puede que te vayas con esa tal Verónica
que yo me quede con los pedazos de las fotos
esas que rompí en medio de la discusión
mientras te tiraba otras a la cara.
Puede que le regales el carmín rojo que detesto
y que yo odie para siempre ese color.
Puede que tengas un orgasmo con el nombre correcto,
mientras que los míos piensen en el tuyo.
Puede que pase todo eso, pero hasta entonces.
Déjame pensar que tienes muy mala memoria.
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Nieves de junio
PoetryMeses, años. ¿Qué más da el tiempo? Mi mente siempre guarda un sitio para los errores.