The Man Who Plays To Be A God ( BBC Sheelock fanfic)

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Sherlock Holmes espropiedad de Arthur Conan Doyle y BBC Sherlock de la BBC, Steven Moffat y Mark Gatiss. No hago este fic con fines de lucro.

Advertencia: descripción de escenas un poco gore.

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La vida de John Watson estaba llena de giros dolorosos. La muerte y la desdicha lo seguían desde joven agarradas de la mano, confabulando contra él. Pero el era un médico y ex soldado, así que la muerte lo conoce bien. Una vieja amiga.

- Lo siento mucho, es una pena su muerte- mentira. Ya había dicho eso tres veces en la semana.- Hicimos lo que pudimos pero su cuerpo no reaccionó a los choques eléctricos.

La esposa del fallecido y su hija lloraron aún más, consolandose entre sí, inclusive ya le era gracioso el patrón en las reacciones de los familiares y amigos de los fallecidos.

Se retiró dejando a ambas mujeres ir a despedirse del cuerpo sin vida de su ser querido, mientras iba a su oficina a recoger sus cosas e irse.

Ya traje las últimas cajas al departamento. ¿Quieres que las abra? -SH

Si quieres- JW.

Los últimos tres meses habían sido muy duros para John. Mary Morstan, su amada esposa, había fallecido por cáncer. Ella le había pedido que cuando su estado estubiera muy avanzado y no pudiera más, la inyectara. No quería morir sufriendo. Sherlock estubo con ellos hasta el final, siendo el apoyo de John para mantenerse en la realidad y no hace mucho se volvió a mudar al 221b ya que no podía quedarse más en su casa en Lambeth.

Caminó desde St. Barts hasta Baker Street con tal de despejarse. Un sentimiento repentino de angustia lo llenó, mirando a ambos lados esperando que no lo estubiera siguiendo un asesino o secuestrador a esa hora.

Su mal presentimiento se disipó frente a un callejon que apenas estaba iluminado por las luces traseras de los edificios que lo rodeban. Un pequeño lamento hizo eco entre las paredes, torturado y ahogado.

Sus instintos decían que se fuera, pero su cuerpo siguió el sonido hasta llegar a otro callejón sin salida y frente a él se hallaba el cuerpo erguido y mutilado de un hombre, asemejandose a una escultura, cubierta de flores hasta los ojos que se abrían mirando al cielo por las rosas que estaban dentro de sus cuencas.

John casi grita de la impresión, pero en vez de eso llamó a Lestrade informandole del cuerpo de ese pobre hombre.

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-¿vistes a alguien más?- le preguntó Greg, ambos mirando cómo Sherlock inspeccionaba el cadaver sujeto a una varilla de metal en la espalda.

-No había nadie, solo escuché ruidos que provenían de aquí. El muchacho acababa de morir cuando lo encontré.-explicó el médico. Lestrade le asintió acercandose ahora al detective consultor.

- No hay nada- cerró su lupa frustrado-todo está limpio con excepción a las huellas de John y algunas de tus policias y creo que te dije que mantuvieras alejado a tus hombres de la escena hasta que yo llegara.

El detective inspector rodó los ojos ante las exigencias del pelinegro.

----El mundo está ligado en una constante linea de causa y efecto; un asesino comete sus actos y eso repercute en la vida de los demás, pero hay que tomar en cuenta lo que llevó a ese asesino a hacer aquello. Y he allí la constante linea de causa y efecto.

Él sabía porqué hacía aquello y se sentía orgulloso de su resultado, una gloriosa obra de arte que pretendía exaltar la belleza del cuerpo humano pero nunca asemejarse a lo que le inspiraba. Su musa, su más grande adoración.

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-¿Quien crees que pudo ser?- John tomaba otro bocado de su arroz frito

-Hay muchos nombres, pero no es lo mismo. El cuerpo de Bill Phillips fué tratado con una amabilidad que no se usan en los simples asesinatos en los que dejan escenas por diversión. Cada cortada estaba hecha con precisión, el tipo sabía lo que hacía.- contestó Sherlock ojeando lo papeles esparcido por la mesa de la cocina.

-¿Y si es un cirujano?.

-Cabe la posibilidad.

La noche estaba por lo relativo muy tranquila. John no se podía imaginar quien sería tan inhumano para tratar el cadaver de una persona como si fuera una estatua, en su mente estaban grabados las dos rosas en las cuencas donde deberían estar los ojos y las mejillas cubiertas de hilos de sangres. Derrepente se le fué el apetito.

-Te perturba lo que vistes en ese callejón.- el detective ni siquiera lo miraba.

- Aveces pienso que lo haces por molestar.- John recogió los trastes de encima de la mesa y los puso en el fregador.- aún no se te quita esa manía de deducir cosas que uno no quiere pensar.

-Solo reproducí en palabras lo que estabas pensando, perdón si te hizo enojar.

El rubio se dirigió a su habitación luego de desearle buenas noches a su amigo en un susurro.

John aún no se acostumbraba al Sherlock comprensivo y aveces -y sólo cuando la ocasión lo ameritaba-amable. Antes ni siquiera decía las gracias a menos que se lo arrancaras de la boca o estubieran en un caso y su papel dictaba que lo hiciera para mantener apariencias. Todo cambió cuando regresó luego de esos tres años, y muchas veces dudaba que ese fuera el Sherlock que ahuyentaba a sus novias y era grocero con todo el mundo. -------

Gregory Lestrade no era un hombre que disfrutara mucho su trabajo aunque lo hacía gustoso; nunca sabía que esperar desde que sale el sol hasta cuando anochece, pero habían razones por la cual el muchas veces no deseaba estar en el puesto de Detective Inspector, ni mucho menos en Scotland Yard.

La escultura frente suyo era un claro ejemplo. Según los informes que le entregó la sargento Donnovan aquella desafortunada joven se llamaba Tyra Mcglenn, una modelo que empezaba en su profeción.

Esa era otra cosa que no le gustaba de su trabajo; cuando tenía que ver como jovenes prometedores sucumbían por unos cuantos gramos de alguna droga o los allaban muertos por alguna razón en específico.

La supuesta escultura estaba en unas rocas cerca del lago de Hyde Park, simulaba tener alas por el pellejo y carne arrancados de su espalda y costados, sentada entre las piedras sostenía una libreta con una nota, un pequeño saludo y amenaza.

Sherlock y John caminaba entre algunos curiosos morbosos que luego salían despavoridos diciendo lo horrible que era aquello, para poder llegar a la escena del crimen.

-Llegó el rey de Roma y su mascota-anunció con sarcasmo Sally.

Sherlock pasó a su lado dedicandole una mirada asesina.

-Dijistes que había algo para mí.

Greg le tendió la libreta. "Usted como yo conocemos lo que es el arte. Usted hace de observar y deducir todo un arte mientras yo trato de glorificar la belleza en mis obras. No hay mucho que deducir aquí señor Holmes, yo mismo me he encargado que así sea así que no pierda tiempo en aquel ángel maligno y empiece a pensar en esto: Adonis y Venus, los dos están en peligro, si no salvas a uno muere el otro y si no los salvas a los dos, entre flores se herguirán. En el paraiso los encontrarás. Tienen veinticuatro horas. Atentamente: Seux." Sherlock bajó la libreta pasandosela a John.

-Solo tenemos veinticuatro horas...-dijo el médico releyendo el acertijo.

-El juego a comenzado, John. ¡Vámos!

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