Capítulo único.

5.4K 579 208
                                    

Hace un tiempo que me he dado cuenta. Cada día despierta con menos peso que el anterior. Y es que sus emociones se evaporan poco a poco, dejando eso que veo frente a mí: Un hombre cuya mirada no tiene carga alguna, sino que se deja ir, perdiendo sus sentimientos como la arena cuando se escurre entre los dedos hasta no quedar nada.

Solía hablarme por las noches y sujetar mi mano. Había un sentimiento que no perdía en ese entonces. Era el miedo. Miedo de sí mismo, de aquello en lo que se estaba convirtiendo. Era tanto el tormento que cuando me sostenía podía oír los crujidos de mi mano, la cual apretaba con fuerza como si temiera perderla.
Por eso yo lo consolaba, susurrando con calma en su oído "Aquí estoy sensei, todo estará bien".
No recuerdo en qué momento me enamoré de él así, con tanta devoción y entrega, llegando a darle mi cuerpo y mi alma sin pedir nada a cambio. Mi vida le pertenecía solo a él.

Pasó el tiempo y noté los cambios. La forma de mirar, caminar, hablar, no era la misma.
Regresaba bañado exageradamente de sangre y restos de kaijins que había matado, mas aunque preguntara no decía una sola palabra.

Lentamente dejó de contarme lo que le sucedía.
Despacio, fue que me percaté que aunque me hiciera el amor y me corriera una y otra vez, cada encuentro tenía menos. Menos de sus miradas dulces, menos de sus caricias y sus brazos rodeandome, protegiendome. De su voz mencionando mi nombre, de sus besos... se fue apagando delante de mí sin que yo supiera que hacer para recuperarlo.

- Genos... - esa noche, acostado y con la mirada clavada en el techo, me llamó. A pesar que acudí a su lado y entrelacé nuestros dedos con suavidad, no mencionó palabra ni volvió sus ojos a mí. Sin embargo, su mano se aferró a la mía temblando descontrolada.





- Sensei... - le vi emerger de los escombros. Estaba atónito, no podía moverme de mi lugar.
Él, sin rastro de culpa ni remordimiento alguno, se quitó los cuerpos de encima y se levantó, caminando hacia el kaijin contra el cual peleaba. Verlo alejarse me hizo reaccionar y correr detrás suyo.

Sensei pudo haberlo evitado... destruir aquellos edificios y matar toda esa gente. Estaba incrédulo respecto a su frialdad, que con sencillez decidió no detener su puño y arrasar con todo. El hombre que conocía no era así.

Como ignorara razones, me interpuse en su camino preparándome para enfrentarlo, pues de algún modo debía hacerlo volver en sí.
Lo di todo en la lucha, cada gramo de mi fuerza, cada respiro que con desespero salía de mi boca al gritar su nombre esperando una respuesta. Deposité toda mi esperanza en aquellos instantes soñando que el brillo de sus ojos retornaría, que vería una vez más su rostro despreocupado sonreírme.

Quise recuperarlo y puse en juego todo por el todo.


- Sen...sei.... - me duele el pecho. No son mis sensores, no. Esto es peor. Todas estas emociones aplastantes me producen un dolor que va mucho más allá de lo físico.
Por favor, vuelveme a mirar como solías hacerlo... háblame, dí mi nombre otra vez... has dejado de sentir incluso el amor que tenías por mí? - Saitama... - mi rostro está mojado, creo que estoy llorando, pero estoy tan ocupado tratando de llegar a él con mis palabras que no le doy importancia - Yo te amo... regresa...

- ... - me observó un rato, sé qué buscaba. Trataba de hallar todo aquello que alguna vez sintió por mí. Trató de recordar al Saitama antiguo. Pero no lo logró - Adiós, Genos.

Me lanzó al suelo y se fue. Si tan solo pudiera arrastrarme para alcanzarlo... pero estaba deshecho, completamente roto y mis partes yacían por cualquier sitio. Tener que esperar a que el doctor me encuentre sería duro.

Seguramente intentarás que te pierda el rastro. No entiendo por qué lo harías sensei... no me dejes... te lo he dicho verdad? No importa lo que pase, yo siempre te seguiré.

Te seguiréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora