Gabriela Torrealba, una joven decidida, audaz, fuerte e independiente. Siempre le encantaba hablar con su padre, un padre soltero; quien se encargó de ella siempre.
A ella le era fascinante el trabajo de su padre, pues ella amaba aprender nuevas técnicas de mando, para dirigir a los soldados nuevos en el batallón. Todos los martes y jueves, se iba con él y compartía con los soldados de menor rango. Todos ahí le tenían mucho cariño.
Bastaba con un "¡Buenos días, soldados!" y una bella sonrisa para ganarse el cariño de aquellos hombres luchadores.
Su madre había muerto cuando ella tenía 6, pero Gabriela, con 10 años en la actualidad, recordaba todo de ella. Cada noche; al apoyar su cabeza en la almohada, recordaba la historia que su madre le contaba de vez en cuando. Ésta se inspiraba en ellos mismos.
«Una niña al despertarse ve a su mamá y con un gesto de dulzura le pregunta:
— ¿Dónde está papá?
Su mamá, abrazándola y besándola le contesta:
—Papá... ya se fue a trabajar.
Y a la niña le invade un silencio y una tristeza inmensa. Con curiosidad vuelve a preguntar:
— ¿Y por qué él se va todos los días?
La madre, con un gesto de amor y orgullo le responde:
—Porque papá es militar.
Mientras su mamá la vestía, la niña vuelve a preguntar:
— ¿Qué es un militar?
Ante la duda, su mamá le contesta:
—Es aquel hombre que da su vida por otros, es aquel que lleva su uniforme con orgullo, es aquel hombre honesto y honrado, aquel que no tiene navidad, que no tiene año nuevo, que no celebra su cumpleaños, no tiene veranos ni inviernos, pues para él todos los días son iguales. Es aquel que no te ve cumplir tus añitos, aquel que tiene como amiga las estrellas, con quienes comparte sus pensamientos en las noches más frías, sus pensamientos, es aquel que muestra tu foto ante sus compañeros y dice orgullosamente "¡Esta es mi hija!".
La madre con lágrimas en los ojos, la abraza y le dice.
—Por eso hoy rezaremos las dos solas... Porque papá es militar»
Gabriela siempre miraba un retrato familiar grande, y al voltearlo, se encontraba un poema plasmado en la madera:
«Compañero de armas, tu tumba es anónima, pero tus hazañas son inmortales.
Los médicos curan enfermedades, los religiosos curan el alma, los arquitectos construyen la comodidad, los abogados buscan el equilibrio, los maestros enseñan. Y los militares, como nosotros, permiten que haya paz para que todos puedan cumplir su trabajo.
Nosotros, como militares, ofrecemos lo más humilde que tenemos: Nuestras vidas al servicio del pueblo, sólo por el simple hecho de vivir con honor.
Y QUE LA SATISFACCIÓN DEL DEBER CUMPLIDO, SEA SIEMPRE NUESTRA MAYOR RECOMPENSA.»
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La hija del Militar
Short StoryGabriela, una niña muy independiente desde una corta edad, cuyo objetivo siempre fue ser como su padre, el mejor de los militares de la Fuerza Armada. Enfrentará cada obstáculo sin permitir que alguno la detenga, pues todo para enorgullecer a qu...