Vivimos en una hipocresía continua, el que no miente a los demás se miente a sí mismo, y el que se miente a sí mismo no se muestra a los demás tal y cómo es. Porque a veces -siempre- mentir es mucho más fácil.
Como el que en vez aferrarse a un clavo ardiente,
se lo clava,
por miedo,
a caer sobre la dura realidad.Nos da miedo confiar en alguien, y normal, joder, si al primero que se da la vuelta le clavamos el puñal. Y nos lavábamos las manos con la excusa de "presión de grupo, ni que yo fuese el único, los demás también lo hacen". Y el que lanza la primera piedra esconde la mano detrás de lo que han dicho los demás.
Nos ponemos verdes los unos a los otros; en cuanto alguien falta brilla por sus defectos más que por su ausencia. Y lo peor, sabemos que también lo hacen con nosotros y no lo queremos ver, no, nos negamos, porque nos gusta poner filtros a la realidad, porque sentirte parte de algo es más fácil, porque nos asusta la soledad.