Yoon Gi manda

Yoon Gi manda

"Intentar ir contra las órdenes del rey Yoon Gi era inútil, y peligroso. Quizá él no se dedicaría a castigar a la gente con crueldad como ocurría en otras tierras, pero solo con su mirada bastaba para no querer hacerlo."

— ¿No te estás enrollando demasiado, hyung?—Jung Kook estiró los brazos, acomodándose en el suelo. Al escucharlo, el aludido frunció el ceño, fijando la mirada en él.

—Joder, está poniendo en práctica su propio relato...—musitó Nam Joon, no en una voz tan baja como le hubiera gustado. Seok Jin frunció el ceño.

—Mirad, si no os gusta... me da igual. He ganado el maldito juego—dijo, mostrando la carta que había en su mano. Ho Seok intentó hacer ver que no se enteraba de que el odio emanaba de sus compañeros por haberlo comprado. A él le pareció divertido cuando lo vio en la tienda, porque le recordó a su época de niño cuando pasaba las horas con sus amigos jugando a Simón manda.

Así era. Había llevado al apartamento, meses atrás, un juego de rol donde uno de ellos acababa convirtiéndose en el rey que daba órdenes a los demás. Había ganado Yoon Gi, y durante toda la noche, podría estar dándoles órdenes que ellos debían cumplir sin quejas.

Su vena de escritor de canciones se había extendido a la de jugador de rol, porque estaba poniéndolos en situación respecto a cómo era su reinado.

"Una mañana, el rey Yoon Gi se despertó con ganas de pasárselo bien, y mandó llamar a sus seis sirvientes favoritos" los demás pusieron los ojos en blanco ante la sonrisa de puro placer que se dibujó en el rostro del chico, solo de imaginar que podría pedirles lo que quisiera ".Les hizo arrodillarse al pie de las escaleras y los observó desde su trono."

—¡Venga ya, hy...!—Ji Min se mordió el interior de una mejilla al sentir los ojos del mayor posarse sobre él y apartó la mirada, apoyando las manos en las piernas.

"Entonces, comenzó a darles órdenes."

Y sí, eso fue lo que hizo Yoon Gi. Eran las diez de la noche y ya habían cenado, pero ordenó al mayor del grupo y el líder a ir a por helados. ¿La razón? Porque eran los dos que siempre le llevaban la contraria: el uno por ser más grande y el otro, por su liderazgo. Cuando Nam Joon lo acusó de estar vengándose, no tuvo problemas en espetarle que estaba del todo en lo cierto.

Así fue cómo los dos chicos cogieron las llaves, un par de gorras y salieron a la calle.

NamJin

Nam Joon no dejó de quejarse durante todo el camino hasta la tienda, mientras Seok Jin escuchaba con paciencia sus lamentos.

—No, en serio, ¿qué le pasa a hyung? ¡Estoy cansado! Hemos estado ensayando el baile todo el puto día...

—¡Nam Joon!

—¡Oh, venga, hyung!—exclamó, sorprendido por la llamada de atención— No somos niños, ¿por qué te molesta tanto cuando digo palabrotas?

—Porque tú nos representas, y se te podrían escapar en público. Deberías aprender a controlar esa lengua.

—Bah—ignoró las palabras de su amigo, colocando los brazos detrás de la cabeza—, eso es no lo que me dicen mis ligues.

—No, otra vez no, Nam Joon—suplicó Seok Jin, poniéndose las manos sobre las orejas para evitar que la verborrea de su compañero llegase a su cerebro—, estoy harto de tus historias sobre besos húmedos y semejantes.