Sentido del Tacto

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Depende de como toques a otro este puede pasar o no a ser tu amante. Los hombres se ponen erectos ante tactos corporales, que comienzen con tactos suaves cual caricias y eleven su toque, como un roce leve con los senos, o la forma en que un trasero femenino hace contacto con su pene, etc.

Las mujeres somos de caricias y según el nervio que roces, podemos ofrecerte nuestra húmedad. La manera en que debes tocar a cada quien fue algo que desarrolle sola desde que descubrí lo que podía hacerme sentir a los 9 años, pero mi carrera me llevo a mejorar y perfeccionar mis técnicas.

Mi historia tiene comienzo desde mi nacimiento, pero la relatare desde el momento crucial en que la lujuria se apodera de mi.

Hace 14 años un hombre bajaba mi hilo negro poco a poco y sus caricias erizaban mi piel, ese fue mi detonante.

Sabía que él era mi violador, y sin embargo mi cuerpo cedía ante él.

- Si te niegas o te pones difícil, juro que te arrepentiras.- una pistola se encontraba en el bolsillo de su chaqueta.

Tenía 12 años cuando mi profesor de ciencias me encerro en un salón y tomo mi virginidad.

Cuando ya no poseía aquel hilo negro procedio a desgarrar mi falda de colegiala. Abrió
mis piernas con brusquedad, mientras un llanto silencioso salía de mi corazón. Era una niña y no estaba segura de que sentir mas que miedo.

Su lengua entro en mi coño para follarlo sin reparo, mientras uno de sus dedos formaba círculos en mi clítoris. Entre lágrimas, gemidos insaciables se deslizaron de mis labios.

En la actualidad

-Puta seas!.- gemía él virilmente mientras lo masturbaba. No necesitaba comermelo, no todavía. Mientras mi mano aumentaba la velocidad en su verga, con mi otra mano pellizcaba uno de mis pezones, empezaba a necesitar que este hombre me azotara.- Ya no aguanto más, joder.

Sin mucho preámbulo, me coloco en cuatro y me penetro de tal forma que sentí su verga reventarme por dentro. Solte tal gemido, que él solo puso una mano en mi boca y me embistió como una bestia hambrienta.

Sus embestidas eran duras y precisas. Mis fluidos se derramaban de mi coño en la violenta penetración.

Su mano se tensaba en mi melena oscura sin dar tregua. El dolor y el placer se entremezclaban, y reventaban en mi interior al tiempo que una mano gruesa formaba círculos en mi clítoris

Sentía como su pene estaba llegando a su punto de colapso nuevamente, así que en un movimiento estratégico, lo empuje con mi trasero, quedamos sentados y sin sacarme aquella gloriosa verga me volteé hasta quedar de frente a él.

Cabalgue como si quisiera dominar a un toro, sin más sus ojos se cerraron y un gruñido espectacular se escapó de sus labios.

Había acabado en mi interior, amaba sentir su líquido derramarse en mi coño. Pero mi hambre no estaba saciada...

Confesiones de una NinfomanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora