cada palabra que diga...

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Tengo que ser su adivino, ella no me facilita nada, es muy discreta, tengo que arriesgarme estoy decidido, a bombardearla con detalles.

La invito a almorzar pero tiene miedo que la gente hable y su reputación se vea manchada.

Entonces pido que le lleven el almuerzo a su oficina y estoy seguro que la sorprendí, creo que ya casi tengo todos sus sentidos a mi dirección, le envió flores, le envió café como a ella le gusta y la sigo saludando de media luna.

Entre ella y yo hay miradas, hay contacto suave, hay palabras claves y hay frases en doble sentido.

Ella me ha enseñado como debe ser la conquista de una mujer, y lo peor que si ella accede no sería la única que engaña, yo también engaño, pues tengo novia.

CENSURADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora