Capitulo 3.

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Cinco meses antes de la boda. . .

Jack.

Ella estaba extraña, ella ya no era la misma, ella no dejaba de controlarme, de celarme, de creer que en cualquier momento la dejaría. Estaba obsesionada con esa idea y ya no sabía que hacer para que entendiera que la amaba, ella no tenía idea de todo a lo que había renunciado por ella, de todo lo que había tenido que soportar, de las veces que sentía morir a causa del dolor.

Nuestras madres se estaban haciendo responsable de organizar todo lo referido a la boda, odie la idea, odie que mi madre se comportara tan neutral, odie ver como a mi padre solo le importaba el estatus y odie no poder hacer nada por borrar la mirada insatisfecha de mi novia.

El fin de semana, invite a Mía a nuestra cabaña, quería sacarla de allí, de las discusiones con su padre, de las sonrisas forzadas, de su casa a la cual ella, llamaba cárcel.

Mía se resistió, a decir verdad me costo mucho convencerla de venir, parecía que tenía miedo de estar a solas conmigo, a no ser que sea en un lugar público. Ella ya no quería hacer el amor conmigo, cada vez que simplemente se lo insinuaba, ella fingía no entender, fingía tener cosas que hacer y fingía no querer, aunque sabía que se moría de ganas como yo.

Quizás simplemente estaba esperando hasta el matrimonio, quizás quería esperar hasta el momento de la noche de bodas, aunque sería algo raro y estúpido, ya que teníamos intimidad desde los dieciocho años, hacia exactamente cinco años.

Al llegar a la cabaña, Mía "corrió" al baño y yo me dispuse a bajar las maletas del coche, quería que estuviera tranquila, que se sintiera bien, que pudiera recordar cuanto la amaba y que jamás la dejaría.

Luego de unos diez minutos ella salió del baño, y me sonrió.

Amaba verla sonreír, pero había lago en su sonrisa diferente, había tristeza en ella.

-¿Quieres ir a comer? -pregunte acercándome a ella y la abrace.

Sus brazos tardaron unos segundos en rodear mi cintura, pero me sentí vivo cuando al fin lo hizo.

Mía apoyo su mejilla en mi pecho.

-Podría cocinar yo -bromeo en tanto elevaba su rostro observándome.

Bese sus labios cortamente antes de alejarme de ella y negué.

-Cocinas horrible, no puedes cocinar -asegure tomando la llave de sobre la mesa y dirigiéndome a la puerta.

Mía me observo con una mirada asesina y como una niña pequeña salió de allí refunfuñando.

-No soy tan mala -dijo en cuanto subimos al coche.

Gire mi rostro y la observe.

-No se que comeremos cuando nos casemos -brome y ella desvió su mirada.

Hacia unos meses la sola mención de la boda causaba eso en ella, nervios, balbuseos . . .tristeza.

Temía que ella no quiera casarse, quizás me había apresurado mucho y ella se comportaba tan posesiva por miedo a que cuando me dijera que no quería casarse yo termine con ella.

No lograba entenderla, en momentos me demostraba que era lo mas importante para ella y en otros se comportaba como si yo fuera algún error.

-Contrataremos a alguien -dijo bajito.

No respondí nada, encendí el carro y me dirigí hacía nuestro lugar de comidas favorito, ese lugar donde había sido nuestra primera cita.

Luego de una cena, de hacerla sonreír bastante y de evitar a toda costa el tema de la boda, ya que no era el momento de hablar sobre eso, llegamos nuevamente a la cabaña.

Mía se sentó en el sofá y encendió el gran televisor, me quite la chaqueta y tome lugar a su lado rodeándola con mi brazo.

Ella luego de unos minutos se acurruco en mi pecho y decidí que ese era el momento, debía hablar con ella sobre nuestra boda, la amaba con toda mi alma, quería ser su esposo, quería que ella quisiera, pero no podía obligarla.

-Mía -la llame.

-¿Que? -susurro perdida en el programa de moda que estaba en la televisión.

-¿Quieres casarte conmigo?

Ella rápidamente se separo de mi y observo seria.

Luego todo paso muy rápido, una mirada de arrepentimiento y tristeza se apoderó de su rostro y las lágrimas comenzaron a caer.

-Yo . . .-no pudo continuar y cubrió su cara con las manos sollozando.

Ella no quería, no quería ser mi esposa y aunque me dolía saberlo, mas me dolía verla de esa forma.

-Esta bien si no quieres hacerlo Mía -dije quitando sus manos de su rostro.

Ella me observo con los ojos enrojecidos y cristalizados.

-Yo te amo Jack -susurro para luego abrazarme.

-Yo también te amo.

-Pero no . . . no es correcto, no esta bien.

Fruncí el ceño.

-¿Que no es correcto? -pregunte.

-Nada, nada es correcto. Nada esta bien. . .

Me separe de ella y la mire a los ojos.

-¿No quieres casarte? -pregunte -No nos casemos, no te voy a obligar, no quiero que lo hagas si no lo deseas, tenemos mucha vida por delante y si crees que me estoy apresurando esta bi. . .

-Quiero casarme -me interrumpió ella limpiando sus lágrimas.

Cerré los ojos conteniéndome, amaba escuchar esa respuesta.

-¿Entonces? -pregunte.

Mía desvió su mirada y apretó sus puños fuertemente.

-Es todo su culpa, es culpa de esos . . . -su mirada se clavo en mi -los odio -aseguro poniéndose de pie.

-¿De que hablas? -pregunte con temor, era imposible que ella lo supiera.

Me puse de pie frente a ella.

-Ellos . . .-otro sollozo -Te amo Jack, pero aunque quiera fingir que nada paso, me es imposible, tan imposible como me es olvidarte y fingir que nunca te ame.

-¿Por que me olvidarías?

-Por que no debo amarte -susurro volteándose y dándome la espalda.

No dude un segundo en tomar su muñeca y girarla hacía mi besándola.

Besándola con todo mi amor, esa chica era mía, esa chica me Pertenecía, esa chica era mi todo y nada ni nadie la quitaría de mi lado. Le pertenecía en cuerpo y alma.

Ella dudo, podía ver como se debatía internamente en si seguir mi beso o no hacerlo.

Enredé mis dedos en su cabello y la atraje hacía mi besándola con mas pasión.

Los brazos de Mía se enredaron en mi cuello y sin querer esperar mas, libere su cuerpo de la blusa de color verde que la cubría, recorrí su espalda con mis dedos y un gemido extremadamente sexy fue liberado de sus labios.

-Jack . . .-susurro.

-Te amo -dije a solo un centímetro de su boca -te amo y no me importa nada mas en este mundo, que tú.

Sus ojos se abrieron en tanto se separaba de mi, para luego volver a besarme con la misma pasión que yo la besaba a ella.

-Júrame que no me odiaras -me pidió en tanto me quitaba mi remera.

-Jamás te odiaría -asegure volviendo a besárla.

-Júramelo Jack -pidió nuevamente desabrochando mis pantalones.

Imite su acto y me deleite con su cuerpo con solo ropa interior para mi.

-Te lo juró -dije antes de hacerla rodear mi cintura con sus piernas y arrastrarla hasta el dormitorio, donde la volví a tener, donde la hice mía nuevamente.

Acepto (COMPLETA) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora