1.De vuelta a casa

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-¡SAMANTHA SMITH! ¡BAJA EN ESTE MOMENTO!

Solté un quejido de fastidio al escuchar la voz de mi tía gritarme desde abajo. Sin mas me levante de la cama y tome mis pantuflas.

Me las puse y camine hacia la puerta. La abrí y camine lentamente hacia las escaleras. Las baje con la vista puesta en mi tía quien me miraba con ambas cejas alzadas.

-¿Se puede saber que hacías dormida?- Al escucharla mi boca se abrió tanto que juraría que mi mandíbula tocaba el suelo.

-¡Son las 5 de la mañana un domingo!- Grite alterada.

-Ya van meses que te lo digo. No estamos en la ciudad. Esto es la vida natural- Al escucharla rodé los ojos.

Ok. Por muy raro que suene estoy comenzando a extrañar mi casa.

-Bien, me prepararé y seguiré hablando con la planta ¡Somos muy buenas amigas!- Exclamé sarcástica. Mi tía suspiró.

Subí corriendo las escaleras de dos en dos, fingiendo energía. Entré a mi cuarto, cerré la puerta con seguro y me tiré a la cama de panza. Crujió ruidosamente delatandome.

A los pocos segundos escuche golpes en la puerta.

-¡SAMANTHA! ¡ABRE LA PUERTA EN ESTOS INSTANTES!- Gritó.

-¡DEJAME DORMIR, MARGARET!

Los golpeteos dejaron de sonar en mi puerta por lo que sonreí y puse una almohada sobre mi cabeza para tratar de volver a dormir.

Estaba apunto de quedarme dormida cuando escuche unos pasos acercándose. Luego escuche el movimiento de unas llaves o algo parecido por lo que cerré los ojos fuertemente esperando que fuera una pesadilla.

M*erda...

La puerta se abrió de golpe y la tía Margaret me agarro de ambos pies para arrastrarme.

Mi cabeza callo contra el suelo mientras ella me seguía arrastrando.

-¡Tía! ¡Dejame dormir!- Le grite exasperada mientras ella tenia una ceja alzada.

-Esto es la vida natural. Ve a hablar con la planta- Señalo las escaleras y bufé.

-De acuerdo. De acuerdo- Me pare del suelo y baje las escaleras para caminar directo a la puerta principal.

La abrí y sentí el frío aire mañanero. Estábamos entrando a invierno por lo que aún era de noche y el frío cada vez aumentaba.

Salí de la casa y camine hacia un árbol que estaba cerca.

Me senté en la hierba apoyada en este y observe el panorama. Era prácticamente la nada. Había mas casas por aquí y otros adolescentes estaban saliendo de sus casas.

Yo era la única que no estaba acostumbrada pero es que... ¡Vamos! Es domingo y encima son las cinco de la mañana.

-¡Hey, Samantha!- Voltee mi cabeza al escuchar a alguien gritar mi nombre. Al hacerlo me encontré con uno de los chicos que me molestaban- ¡Linda pijama, mimada!

Hice mi mejor sonrisa falsa que pude y con mucha amabilidad le saque mi dedo del medio en muestra de mi afecto.

-¡Pudrete!- Grite aún con la sonrisa falsa ilustrando mi rostro.

Él frunció el ceño y rápidamente camino hacia mi mientras uno de sus amigos lo perseguía.

Al llegar me miro con una sonrisa burlona mientras alzaba su dedo como para decir una hipótesis.

-Primero, me sorprende que me hayas respondido- Alzo su segundo dedo y puso una mueca de lastima fingida- Y segundo, lamento que tu tía te haya escuchado.

¡Alejenme Del Idiota!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora