Ella se sentía sola, ella estaba sola. Sin saber que hacer se refugiaba en los brazos traicioneros del alcohol. Ella no tenía ideas, todo su mundo se había derrumbado, ya no sabía qué hacer con su vida, si se le podía llamar vida aquella agonía del día a día. Se auto-diagnosticaba, quizás el error más grande que pudo cometer. Pensaba que su problema era aquél que un día la dañó, pensaba que ya no tenía sentido el vivir, pero si ella hubiese sabido, si tan solo se hubiese enterado de que su problema no era el que ella pensaba, que su problema era ella misma, quizá nada de eso hubiese pasado. Pasaban días, semanas, sin salir de aquella oscura habitación. Se olvidaba de las cosas que había allí afuera, del mundo que la esperaba. Pero ya para ella no había mundo. Se conformaba con aquella fantasía que tenía en su cabeza, aquél era su mundo. En aquella habitación no había nadie, nadie más que ella. Sus compañeros solo eran aquella botella de vino y esa copa de cristal. Miraba su reflejo a través de ella, y lo que vio no le pareció para nada placentero. En aquél reflejo no se veía nada. Solo una persona a las que sus sueños se les fueron arrebatados, una persona que se dejó vencer, una persona que no tenía un sentido para vivir, o sea, no se veía nada. Ella había intentado irse de este mundo en muchas ocasiones, y ningunas le funcionaron, para ella, era una maldición. Aquél dolor que hace días le atormentaba, había vuelto, y ya no lo soportaba, quería calmarlo de una vez por todas. Se levantó del suelo, tiró el cigarrillo, y tomó aquella pastilla que no había tenido el valor de tomar. Volvió al suelo, al lugar donde había pertenecido durante esos días en los que se sentía nada. Ella empezó a recordar su pasado y lo feliz que era antes de haber conocido a esa persona que le arruinó la existencia. Tenía amigos, familia, sueños, una vida. Y todo eso desapareció al conocerle. Le dio nostalgia el recordar lo feliz que era, y por un momento en la vida se sintió fuerte, con ganas de vivir. Era irónico como aquél recuerdo del pasado le había devuelto el deseo de querer vivir. Se sintió viva por unos minutos. Se paró del suelo, se dirigió a aquella ventana junto a su cama y miró el esplendor de aquél día. Sintió ganas enormes de querer salir afuera. Se dio media vuelta, y cuando se dispuso a intentarlo, no pudo. El dolor había vuelto. Pronto pasó de un dolor a perder el control de su propio cuerpo. Cuando se había decidido a retomar su vida, ya no pudo. Era demasiado tarde. Una vez en el suelo, dio un fuerte suspiro de dolor, y aquella mirada triste que un día existió, se había apagado junto al humo de aquél cigarrillo.
Pamela Massiel lun. 31/08/15 10:20 AmHola, mi nombre es Pamela, tengo 17 años y pues me gusta escribir, tengo muchos escritos cortos en los cuales me gusta plasmar el sentimiento que creo que sentirían determinados grupos de personas en diferentes situaciones, me gusta pensar en "Como se sentirían las personas si..." y escribo una idea de ese sentimiento :3 espero les guste mi contenido :3