Aburrida, aburrida de todo. Aburrida de mi nombre, de la gente, de los días infinitos, y de los finitos. Aburrida de las tardes, las tardes con mi hermana, leyendo, hablando, aburriendo. Aburrida de querer caerme por una madriguera, de mi pelo, de mis ojos, de mi piel, de todo, y todos.
Los días se me hacían todos iguales, mañanas agobiantes y tardes asfixiantes, solo mi gato me entendía. Envidiaba a todo el mundo, en concreto nuestro alcalde, un pueblo pequeño pero aún así gobernado por un alcalde. Se paseaba por el pueblo, siempre con prisas, llevaba un reloj en una mano y un abanico rojo y negro en la otra, con sus guantes siempre con sus guantes. Su pelo blanco y grasiento le llegaba hasta los hombros. Su cara iba acompañada de una grande y falsa sonrisa, que dejaba ver sus largas y blancas palas como las de un conejo.
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La verdadera razón por la que Alicia persiguió el conejo.
FanfictionLa locura de una niña, Alicia. Solo quiere conseguir a su conejo de la suerte, su conejo blanco.