"¡Tragá! ¡Tragá!", me gritan en mi casa. Y yo me pregunto para qué. Si es tan lindo leer sin apuro, y una se entera de cada cosa. Además, tragar me vuelve necia. Se los repito una y otra vez, pero no me oyen. Se la pasan haciendo tonterias y no son capaces de responder ni una de las preguntas que les hago sobre temas que se tratan de la escuela, como por ejemplo: ¿De qué color es el caballo blanco de San Martín?
Ni qué decir si les pregunto algo de lo que aprendí en los libros que leo en la biblioteca. Empiezan sus razonamientos extensos en tono triste: "lo tuyo no es leer", "no naciste para leer", "comé algo que estás muy pálida".
Ellos mastican y mastican con ojos de sapo, mientras yo aprovecho la luz del sol que ilumina la sala de lectura.
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Lectora Atormentada
Short StoryEsta historia corta trata de una chica que le encanta leer y todos la tratan como si no existiera, como si fuera invisible, pero frente al espejo ella ve todas sus partes en su lugar.