Capítulo 1

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Me desperté esa mañana muy temprano, ese día era especial, era mi primer día de escuela en la nueva ciudad.

Este verano me había mudado de casa, debido a que mis padres habían comprado una nueva casa, en un lugar que según ellos era perfecto para que mis hermanos y yo creciéramos.

Soy la 2ºde 4 hijos, Alejandro de 18 años es el mayor, es alto, delgado, moreno, de cabello chino, ojos grandes, labios gruesos, mirada triste y muy buenos modales; es un caballero y enserio me siento orgullosa de ser su hermana, el me cuida y protege como si su vida dependiera de ello.

Después de el sigo yo de 17 años, todo lo contrario a Alex, soy bajita, de tez apiñonada, ojos grandes y tristes, cabello oscuro, quebrado y de complexión gruesa, sonrisa perturbadora y un poco demasiado mal educada y demasiado sensible.

A mí me procede Fernanda y Oscar. Fernanda tiene 14 años, ella es más parecida a Alex, alta, cabello chino, de color negro y largo, es alta, delgada, con una sonrisa muy linda y es muy amable con todo lo que le rodea.

Oscar es el más chico con 10 años, es el consentido de la familia, y es la copia exacta de Alex pero en gordito.

Mis padres María y Salvador son la pareja más feliz que existe, tienen ya 24 años de casados y realmente aún se aman, ellos son la fiel prueba de que el amor verdadero existe y que a pesar de todas las adversidades, si de verdad amas a alguien vas a hacer hasta lo imposible por estar siempre a su lado.

Me vestí y me arregle con mi mejor ropa y baje a desayunar, tendría que ir a mi primer día de escuela sola, porque Alex se había enfermado; mi madre como todos los días me había hecho un desayuno saludable. La verdad ese fue el primer día que me di cuenta que tal vez no pasaría nada si no me comía eso, así que no lo hice, y me fui rápido a la escuela antes de que ella pudiera darse cuenta que no había desayunado; si ella se hubiera dado cuenta me habría hecho que me sentara hasta que me lo terminara todo y eso seguramente me habría acabado mal.
Llegué a la escuela 15 minutos antes de que fuera la hora de entrada a la primera clase, así que tuve oportunidad de dar un recorrido.
La escuela no era muy grande, pero no estaba tan mal.
Tenía unas canchas muy grandes seguramente ahí practicarían deportes los chicos a la hora del descanso, iría a darles una miradita más tarde.
Sonó el timbre y busque mi aula y entre a clase. Al ser nueva y como siempre pasa, tuve que presentarme a la clase; algunos chicos se me acercaron a hacerme preguntas, hice algunos amigos.
Llego la hora del descanso y por alguna razón no quise estar con ninguno de los chicos que conocí ese día, la verdad no tenía hambre, así que no iría a la cafetería, mejor decidí caminar y dar una vuelta yo sola, decidí ir a las canchas.
Había unos chicos jugando, reconocí a uno de ellos y entonces supuse que eran los chicos de mi salón jugando, así que me senté en una banquita desde donde podía verlos y entonces el balón salió disparado hacia donde estaba yo, rápidamente un chico corrió a recuperarlo, el balón quedo justamente al lado de mis pies, antes de que yo intentara patearlo de vuelta él ya estaba frente a mi, se agacho para recogerlo, al levantarse me miró y me sonrió, se dio la vuelta y se fue a jugar otra vez; yo no podía creer lo que acababa de pasar
De un momento a otro todo comenzó a ir muy muy rápido. No podía apartar la mirada de él, era realmente la perfección andando. No era él chico más atractivo del universo, pero tenía algo, algo que nunca había visto, algo que me hacía sentirme tan estúpidamente atraída hacia él.

Él tenía que estar en mi vida, tenía que ser ese chico especial que tanto había estado buscando y esperando.

Era alto, moreno, tenía el cabello color negro un poco quebrado con un corte moderno y muy lindo, tenía una espalda muy ancha, unas piernas gruesas, fuertes; unos brazos grandes seguramente daba unos abrazos increíbles, tenía el abdomen plano y podría apostarlo todo a que estaba marcado; tenía una mirada muy linda, decidida y penetrante; y unos labios que se veían tan deliciosos, daría lo que fuera por probarlos.

Nunca me había centrado en el físico de un chico para decidir si me fijaría en él o no, pero esta vez no tuve tiempo ni de pensarlo ni si quiera un poco, por primera vez en mi vida creo que me había enamorado a primera vista.

De un momento a otro sabia que mi vida iba a dar un giro, él iba a estar en mis pensamientos por mucho tiempo, de eso estaba segura. No podía apartar la mirada de esa sonrisa y de la forma en la que jugaba y corría.
Parecía tan intocable, inalcanzable y entonces... él timbre sonó.
Regresé a mi aula y cuál fue mi sorpresa, cuando lo vi que él también entraba, era mi compañero de clase y de algún modo sabía que esto no era ninguna casualidad.

Entonces como toda mujer interesada comencé a hacer mi investigación.

Me acerqué a uno de los chicos con los que había comenzado a entablar amistad, estaba decida a saberlo todo sobre aquel chico que con la sonrisa más hermosa del mundo había logrado, sin intentarlo siquiera, robarse mi corazón.

—Hey Antonio, ¿Puedo sentarme aquí? —Dije señalando una banca que estaba al lado suyo
—Claro Marina, siéntate aquí, así estarás cerca de mí y podríamos platicar un poco —Me senté en la butaca y me incline un poco hacia él, de tal forma que lo que yo le dijera, sólo lo escuchara él.

—Oye los estaba viendo jugar a la hora del receso, se ve que son bastante buenos-Le dije

— Gracias, enserio nos gusta jugar mucho fútbol por aquí, pero casi nadie sabemos jugar muy bien.

— ¿A si?, pues yo he visto a varios que en verdad tienen talento

—Bueno si hacemos algunos muy buenos como Jaime— Me señalo a un chico moreno, no muy atractivo, de estatura mediana, pero que según lo que había podido ver enserio jugaba bien—Marcos también es muy bueno de echo creo que es el mejor—Y me indico quien era, y si... era el— Bueno y claro, también yo soy muy bueno— era más que claro que este chico era el típico mujeriego que siempre está tratando de coquetear con todas las mujeres que se le atraviesan, pero no puedo negarlo era lindo.

Antonio era solo unos cuantos cm más alto que yo, su piel era un poco más clara que la mía, tenía el cabello color negro, lacio y cortado modernamente, tenía una sonrisa y miradas muy lindas, estoy segura que si Marcos no me hubiera flechado desde el primer instante, hubiera estado dispuesta a intentar algo con Antonio.

Marcos... tenía un lindo nombre, realmente él no tenía cara de llamarse Marcos, pero por alguna razón ahora no se me ocurría algún otro nombre que le quedara mejor.

Me incorpore mejor en mi banca en la que estaba sentada porque el profesor había entrado y estaba a punto de comenzar la clase. Realmente no puse mucha atención, no podía dejar de mirarlo y pensar en que tan lindo era.

Termino la clase y me dirigí a mi casa, tome el primer autobús que paso enfrente de la escuela. Me tomaba más o menos 40 minutos llegar a mi casa, así que tuve demasiado tiempo como para pensar en él.

Realmente no soy mucho de ilusionarme con cualquier chico, no soy la típica chica obsesionada, que tiene las paredes de su habitación llenas de posters de boy bands, ni la típica que se enamora perdidamente de un chico atractivo que ve en la calle, soy más del tipo de chica que se fija en los sentimientos de las personas y por imposible que parezca me enamoro de cómo son las personas por dentro, no me importa si son atractivos o no mucho, lo que realmente me importa es quienes son realmente; pero por alguna razón creo que esto estaba cambiando.

"Antes de qué sea tarde".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora