Heartbeat

Capítulo 10

Segui a Geo con la bici hasta llegar a una pequeña casita pintada de un rojo chillón y con las ventanas y la puerta pintadas de blanco. Dejamos las bicis y entramos. Mientras iba caminando por los estrechos pasillos de la casa una señora, supongo que su madre, me miró con una sonrisa confusa. Cuando por fin llegamos a su cuarto, una habitacion pequeña y oscura llena de pósters de Elvis dos camas y una pequeña ventana que daba a la calle, Geo encendió el tocadiscos para cojer un single de su pequeña "montañita" de discos y ponerlo en el tocadiscos. Cambio a 44rpm y puso la aguja en el single. Sonó .
-!Amo esta canción Geo!
-¡Yo tambien!- dijo Geo cojiendome de la cintura y haciendome bailar.
Me pisó unas cuantas veces; y yo a él. Aún asi seguimos bailando hasta que la canción acabó y empezó a sonar el rugido del tocadiscos. Geo fue a poner la cara B del single y comenzamos a bailar otra vez como si nada hubiese pasado. Bailamos el mismo single una y otra vez hasta que se hizo de noche.
- George, se está haciendo de noche- le dije cuando acabó por enésima vez la cara A.
- ¿No puedes quedarte? -me dijo.
- George...
- Tu casa está lejos. - replicó él
- Lo intentaré... - dije sonriendole- pero no te prometo nada.
George me dio un beso y me acompañó hasta la cocina, donde estaba el teléfono.
- Hola mamá... Sí, estoy bien... Lo siento... Mamá, es de noche, ¿puedo quedarme a dormir?... Mamá... Vale... Te quiero mamá. Adiós.
- ¿Entonces? - dijo Geo
- Vete sacando una camiseta grande... - dije sonriendo.
George rió también. Subimos al cuarto otra vez y volvimos a poner el single, que empezaba a sonar diferente a nuestros oidos.
George sacó una camiseta grande de color azul y blanca de manga corta. Me quedaba un par de palmos por encima de la rodilla, por lo que George se me quedó mirando.
-¡La cena!- gritó una mujer, supongo que su madre.
-¡Vamos!- dijo George.
-Pero...
George me cojió de la mano y bajamos corriendo otra vez. Al llegar su madre me miró sin saber qué decir.
- Hola- le dije sonriendo.
- George... - dijo la mujer en busca de explicaciones.
- Ella es Ginny, bueno Ginger, pero eso. -dijo George.
-Hola.- sonreí.
- Vale... - dijo ella intentando que George dijera algo más.
- Ella es... Una amiga. ¿Puede quedarse a cenar?- dijo George enseñando sus grandes dientes al sonteir.
- Supongo... -dijo su madre. - Por cierto, yo soy [insertar nombre de la mamá de George]
- Vale. -sonreimos los dos.
Ella puso un plato más en la mesa. Bajaron mas chicos, de diferentes edades a la de Geo,los cuales también me miraron de manera extraña.
- Estos son [ insertar nombre de los hermanos de George]. - dijo Geo mientras ellos saludaban uno a uno.
Nos sentamos todo al rededor de la pequeña mesa de madera. Había sopa, que los hermanos de George se comieron sorprendente rápido, al igual que Geo. Según iban acabando se levantaban, supongo que para irse a sus respectivos cuartos. George esperó hasta que yo acabé y entonces subimos juntos después de ayudar a [madre] a recojer. Cuando entramos en la habitación habia un chico de unos [insertar edad] sentado sobre la cama derecha.
- ¡Mierda [insertar nombre de hermano]!- dijo Geo.
- Harold, éste también es mi cuarto, ¿recuerdas? -dijo él.
Geo resopló para después empujar a su hermano burlonamente para que dejara de mirarme las piernas.
Nos lavamos los dientes y volvimos al cuarto, donde [hermano] estaba leyendo una revista... Ya sabes.
- ¡Deja eso!- dijo Geo quitandosela y dejándola caer al suelo, al lado de otra pila de revistas. -Hoy hay alguien más, así que; compórtate. - Continuó y le giñó un ojo.
Geo y yo nos metimos en la cama y nos abrazamos. Al de poco rato [hermano] apagó la lámpara restasnte de manera que la única luz que entraba en la habitación era la de las bombillas amarillentas de las farolas de la calle, que cada pocos minutos hacían el amago de irse a apagar.
-Geo...
-¿Si?
-Tu segundo nombre es Harold, ¿verdad?
-Sí.
-¿Puedo llamarte Harold?
-Supongo...
-¿Tú tienes segundo nombre?
-Sí. Wisdom. Lo sé, es ridículo.
La escasa luz me permitió ver la sonrisa de Geo, acompañada de una pequeña risita.
-Buenas noches Harold.
-Buenas noches Wisdom.
Nos dormimos al de unos minutos, uno junto al otro viendo la silueta de la luna entretapada por la fina cortina blanca y larga que arrastraba en el suelo de moqueta blanca y vieja que recubría gran parte de los suelos de la casa. A pesar de la poca luz aún se podía distinguir el tocadiscos, colocado al lado de la ventana, con su respectiva montañita de singles y discos; la cara de Elvis en uno de los pequeños posters recortados de revistas y la ropa que George y yo nos habíamos quitado para después poner en una silla de madera pintada de color rojo, al igual que la fachada del edificio y la pequeña lamparita que, tanto Geo como [hermano], tenían sobre la mesita.