Érase una vez una reina que, cosiendo junto a su ventana en una fría noche de invierno, se pinchó en el dedo y vio como la sangre caía en la nieve. Fue entonces cuando deseó tener una hija con la piel tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como el ébano.
La reina vio cumplido su deseo, ya que dio a luz a una princesita a la que llamaron Blancanieves. Pero, la reina murió después del parto y el rey se casó con una poderosa hechicera que tenía un espejo mágico.
El espejo contestaba con sinceridad a cualquier pregunta que le formularan y, cada día, la reina se situaba frente a él y le preguntaba:
- Espejito, espejito, dime una cosa: ¿Quién es, de este reino, la más hermosa?
Y el espejo contestaba:
- Mi reina, puedo decirte sin dudar, que tú eres la más bella de todo el lugar.
Pero la princesa creció y creció y, cuando cumplió diecisiete años, era una joven preciosa de larga melena del color del ébano, suaves y perfilados labios rojos como la sangre y la piel tan blanca y perfecta como la nieve. Un día, queriendo salir de dudas, la reina le formuló a su espejo la misma pregunta que llevaba diecisiete años haciéndole con milimétrica regularidad:
- Espejito, espejito, dime una cosa: ¿Quién es, de este reino, la más hermosa?
Y el espejo replicó:
- Mi reina, al decir que estás llena de belleza no miento, pero Blancanieves es más bella que tú y jamás podrás cambiar eso.
La reina, cegada por la furia y los celos, le ordenó al cazador real que se llevara a la princesa a lo más profundo del bosque y la asesinara.
- Y para estar segura de que mi hijastra está muerta, en esta caja me traerás su corazón. Y más te vale que a engañarme no te atrevas. O será tu familia la que acabe bajo tierra.
El cazador, temiendo por la seguridad de su mujer e hijos, invitó a la princesa a dar un largo paseo por el bosque. Y ella, en toda su inocencia, aceptó de buen grado. Así, mientras Blancanieves recogía flores silvestres en un prado, el cazador metió la mano en su chaqueta y sacó el enorme cuchillo que usaba para rematar a sus presas.
Pero al ver a la joven allí, tan indefensa, se arrepintió y la dejó escapar. Para que su madrastra no sospechara, le llevó el corazón de un ciervo joven, que luego fue asado por el cocinero real y comido por la reina.
...
Mientras tanto, en el bosque, Blancanieves descubrió una pequeña casa que pertenecía a siete enanos mineros y decidió entrar para descansar un poco. Cuando éstos llegaron a casa después de un duro día en las montañas y oyeron su historia se apiadaron de ella. Sabio, el mayor de los siete, se adelantó y le dijo:
- Si mantienes la casa por nosotros, cocinas, haces las camas, lavas, coses, tejes y lo limpias y ordenas todo, puedes quedarte con nosotros todo el tiempo que quieras.
Otro de los enanos, que se llamaba Feliz, le advirtió:
- Eso sí, no dejes entrar a nadie mientras estemos en las montañas.
Ella lo prometió con su perenne sonrisa e hicieron una fiesta aquella noche para celebrar la llegada de la princesa.
...
Después del festín que se había dado con el supuesto corazón de su hijastra, la reina fue a sus aposentos y se situó frente al espejo, todavía relamiéndose.
- Espejito, espejito, dime una cosa: ¿Quién es, de este reino, la más hermosa?
Y el espejo, para su desagrado, le contestó lo siguiente:
- Mi reina, al decir que estás llena de belleza no miento, pero Blancanieves sigue siendo más bella que tú y, por mucho que insistas, no podrás cambiar eso.
- ¡Mientes! - chilló ella, fuera de sí - ¡Blancanieves está muerta! ¡Acabo de comerme su corazón fresco y latente!
- Más allá de las siete colinas, en un extenso prado, Blancanieves vive, protegida por los siete enanos.
Cuando el espejo volvió a su letargo, la reina suspiró.
- Si algo bien hecho quieres, hacerlo tú debes.
La madrastra usó tres disfraces para matar a Blancanieves mientras los enanos están fuera.
En primer lugar, disfrazada de vendedora ambulante, le ofreció a Blancanieves coloridas cintas para el cuello. Ella aceptó probarse una, pero la reina la apretó tanto que Blancanieves cayó desmayada, haciéndole pensar a la reina que está muerta. Sin embargo, cuando los enanos llegaron a casa y le quitaron la cinta del cuello, Blancanieves fue revivida.
A continuación, la reina se disfrazó de una anciana que vendía peinetas y le ofreció la más bonita a la joven, que, naturalmente, estaba envenenada. Aunque ella se resistió, recordando lo que pasó con la vendedora ambulante, la reina consiguió ponérsela y Blancanieves volvió a desmayarse. Por suerte, como comprobaron los enanos al quitársela, no se la había clavado totalmente en la cabeza, solo le había hecho un arañazo.
Por último, la reina preparó una manzana envenenada, se disfrazó de la esposa de un granjero y le ofreció la fruta a Blancanieves. Cuando ella se negó a probarla, la bruja la partió en dos y se comió la mitad. Y la princesa, convencida de que no hay peligro, la cogió y se la llevó a los labios. Lo que Blancanieves no sabía era que la reina había previsto aquello y solo había envenenado media manzana. Por eso, cuando la mordió con entusiasmo, cayó inmediatamente en un profundo sopor. Al llegar los enanos de la montaña, aunque intentaron de todo, no la pudieron revivir.
Los enanos decidieron que era demasiado bella para que la enterraran bajo tierra. Por eso, fabricaron un ataúd de oro y cristal para poder verla todo el tiempo y la metieron allí, rodeada de flores de todo tipo.
Pasaron las semanas y, mientras los enanos estaban en las montañas, un príncipe que volvía a su castillo tras un largo viaje, vio a Blancanieves en el ataúd, de la cual se enamoró perdidamente. Le ordenó a sus sirvientes que transportaran el féretro a su castillo.
Al hacerlo, se tropezaron con unas rocas, lo que hizo que el trozo de manzana envenenada que tenía Blancanieves en la garganta se cayera, haciéndola despertar. El príncipe, muy feliz, le declaró su amor a la joven y pronto se organizó la boda.
La vanidosa reina, creyendo aún que Blancanieves estaba muerta, le preguntó de nuevo a su espejo:
- Espejito, espejito, dime una cosa : ¿ Quién es, de este reino, la más hermosa?
Y, al igual que la última vez, el espejo la decepcionó con su respuesta :
- Mi reina, sois muy bella, de eso no me cabe duda. Pero, en el reino vecino, pronto habrá una boda. Y la futura esposa del príncipe os iguala y os supera.
Sin saber que esa muchacha tan bella era, de hecho, su hijastra, la reina acudió a la boda de la que había hablado el espejo, con la intención de eliminar aquel obstáculo en su camino hacia la perfección.
Cuando se enteró de que la novia era Blancanieves, intentó huir, con la esperanza de que no la reconociera Pero la pareja la vio, y al reconocerla, Blancanieves le contó a su esposo todo lo que le había hecho.
Como castigo por sus malos actos, el príncipe, ahora convertido en rey, mandó confeccionar un par de zapatos de hierro que fueron calentados al fuego hasta quedar rojos. Luego, obligó a la reina a ponérselos y la hizo bailar hasta que cae muerta.
FIN
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Cuentos infantiles favoritos
FantasyEste es un homenaje a los cuentos de hadas infantiles que más me gustaban de pequeña. El gato con botas, Cenicienta, Aladdín... ¿Cuáles eran los tuyos? ("Érase una vez..." es la transcripción de un vídeo de Javier Ruescas. Me pareció una buena intro...