... y por eso no tengo novio

La historia detrás de Eugine

Bueno esta vez me dedicaré a hablar sobre nuestro Eugine. No sé, simplemente siento divertido el hecho de contarles la colorida historia detrás del perfil de chico perfecto.

Ya les había comentado que el cuento sobre Eugine era relativamente largo, así que sin más rodeos comencemos.

A ver... todo comenzó (muy Disney movie) a inicios de año. Ya saben, es mi primer año en la universidad, gran salto a la madurez e independencia.

Y, pues, nada.

Eugine era el chico que veía caminar por los pasillos. Me resultaba excéntrico, eso es todo.

Vestía muy relajado como para el lugar donde se encontraba, es decir, el campus. Luego me di cuenta que el chico pasaba, prácticamente, la mitad del día metido en el gimnasio y la otra en clases. Entonces imaginé que por esa razón usaba ese tipo de atuendo cómodo.

La mayor parte del primer semestre no le paré bola, o sea, ni siquiera lo veía. Hasta un día.

Fuimos a comer pizza unos amigos y yo a un centro cerca de la U y la gran coincidencia fue que nos topamos al, aun no conocido, Eugine.

Les diré algo. Eugine es intenso.

Mientras comíamos nos dimos cuenta de él y sus amigos y, claro, coincidimos que eran de nuestra misma universidad y allí murió el tema. Pero no murió Eugine.

Eugine y sus amigos se sentaron en la mesa de atrás a la nuestra donde yo era la única que podía verlos.

La conversación se tornó complicada en mi grupo cuando un amigo mencionó que me parecía a una actriz porno y, pues, obviamente, nadie me lo dijo al instante... (cuando me enteré, pegué mi grito al cielo)

Yo, por un lado, presionaba a mis amigos a que me dijeran qué ocurría y, por otro lado, Eugine tenía esa mirada intensa y desgastante en nuestra mesa. Era terrible, ya ni la pizza sabía bien de tanto embrollo que se había formado.

Tiempo después, a finales de segundo semestre, ya las cosas habían tomado un color distinto; a una amiga le fascinaba Eugine y yo concordaba que él le correspondía. Digo, luego de un mes de estar yendo a la cafetería y tener esa mirada intensa y esa risita al ver que mi amiga se sonrojaba... algo debía haber allí, ¿o no?

A mí en lo personal me desagradaba su comportamiento, porque, uno, estamos comiendo; dos, es incómodo.

Aunque me gustaba molestar a mi amiga, ya saben el dicho: "sin bullying no hay amistad".

A ella era la que le gustaba. El problema mayor era saber a quién de mi grupo él miraba.

Y ese dilema se resolvió y cayó la respuesta, como pote de agua fría.

En la cafetería, otra vez.

Estaba comiendo y mi amiga estaba observándome comer. Un compañero de su salón llega a nuestra mesa a preguntar sobre una asignación... y allí, justo allí sucedió.

"¿Cuál es tu nombre?" Su vocecita ya me sonaba raro, pero le contesté.

"Sabes, mi amigo Eugine quiere conocerte..."

Fue HORRIBLE, vi la cara de mi amiga, de repente los pocos segundos que pasaron después no podía escuchar nada...

¿Qué debía hacer?

Si le decía que no, sonaría grosero. Si le decía qus sí... mi amiga.

Idiota Eugine.

Entonces dije: "Cuerea*" (regionalismo. Es una forma muy vulgar -por decirlo así- de expresar un "adelante").

Pensé, tal vez, si digo eso, no quiera conocerme y si aun quiere, tal vez, deje en el ambiente ese aire "amistoso".

Me lo presentó una persona a la que ni siquiera conocía. Fue patético.

Me tomó la mano y besó mi mejilla de manera poco convencional (subconciente: ¡Deja mi mano! Fuchi... era a ella no a mí... ¡Leah no te limpies la mejilla por amor a todos los perritos y gatitos del mundo!)

Seguido, una conversación sin sustancia.

Luego lidiar con el desastre cometido por Eugine...

Mi amiga se encerró en su mundo por varios minutos (escuchando música). Después de tranquilizarse me llamó y me preguntó:

"Leah... ¿él te gusta? Porque si es así me haré a un lado..."

"No lo conozco como para saber si me gusta"

¡Ja! Al final no fue nada gracioso, fue ver un corazón puro y frágil rasgado por un chico... y es por eso que yo no tengo novio, no soportaría sentirme, ni verme así... Simplemente, dejaría de ser yo.