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Recostada en ese prado verde,

Que por años había sido cómodamente solitario,

Con el sol poniente en frente de ella,

Y con el a su costado,

Sintió la muerte,

Era como un aire espeso que se hacia lugar en sus pulmones,

La hacia sentir cómoda, y la invitaba a entrar en un sueño pesado,

Pero antes de descansar para siempre,

Sin tan siquiera dejar de mirar el cielo,

Murmuro un 'te quiero',

Y se fue.

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