Había sido un día muy largo en la oficina, no tenia ganas de nada, hacia varias horas que mi secretaria se había marchado dejándome sola en el edificio, apague las luces y baje al parking, para coger mi coche y así poder irme a mi casa.
Cuando tan solo me faltaban unos metros para llegar, las luces del parking se apagaron, acelere el paso, pero me costaba encontrar las llaves estando encendidas tan solo las luces de emergencia.
—No te des la vuelta —dijo una voz masculina desde mi espalda.
Note como me pasaba la mano por la cintura, arrastrándome hasta estar pegada a él.
Obedecí desde el primer instante, no pensaba darme la vuelta puesto que podría empeorar las cosas. Con la otra mano, hizo que soltara el bolso, y desabrochándome los botones de la camisa se adentro hasta acariciar mi piel con unas grandes y cálidas manos.
—Relajate Keya —Dijo mientras pellizcaba mis pezones por encima del sujetador.
Cerré los ojos mientras mi cuerpo respondía a ese hombre.
Comencé a notar, como mi sexo latía, a la vez que los labios del desconocido recorrían mi cuello y mi oreja dando suaves mordiscos.
Mi cuerpo me traicionaba pidiendo silenciosamente que las caricias fueran a más.
Su mano se perdió por debajo de mi falda, y apartando el tanga, comenzó a acariciarme, desesperadamente despacio.
—¿Excitada?
Asentí, no podía hablar, tan solo un leve movimiento de mi cabeza le hizo saber que estaba avergonzada, por dejar que me hiciera aquello.
—Lo daré por una respuesta afirmativa
Me subió la falda hasta la cintura, y con una mano rompió mi pequeño tanga, dejando así expuesto mi sexo a sus deseos. Me penetro con sus dedos haciendo que soltara un suspiro de deseo, necesitaba más, necesitaba que aquel desconocido recorriera mi cuerpo con sus labios, que su sexo penetrara en mi cuerpo, el cual pedía pasión con cada caricia. No se hizo esperar mucho, al mismo tiempo que me mordía el cuello su sexo penetro en mi interior de una sola envestida, me apretó contra la carrocería del coche dejándome casi sin respiración, necesitaba que se moviera dentro de mi, su pene me llenaba totalmente, necesitaba más mi cuerpo pedía más y más, comenzó a moverse sujetándome la cabeza para impedir que me girara, mis suspiros llenaban el silencioso parking, hasta llegar a un grito de placer que surgió de mi interior a la vez que él también gritaba. No paraba aun habiendo llegado ambos al éxtasis el seguía en mi interior, ahora más lento castigándome con el deseo de más, de que este placer no se acabase. Salio de mi interior, a pesar de mis suplicas, mis piernas temblaban mi corazón parecía salirse del pecho.
—No temas, volveré y si te portas bien seguiré dándote placer y aprovechándome de tu pasión.
Dicho esto el desconocido desapareció en la oscuridad del parking, en el cual a los pocos minutos volvió la claridad de la luz que desprecian sus lamparas.
—Volveré Keya —Me susurro una dulce voz al oído cuando entre al coche.
Lo busque por todos los sitios, pero allí no estaba, ¿habría sido una mala jugada de mi subconsciente? No, aquello había sido muy real, aun podía notar su calor en mi interior.