Prólogo

264 12 2
                                    

Salgo del instituto junto con mis amigas, riendo a más no poder por la chorrada que acaba de soltar Ana. De pronto, veo una persona que se me hace muy familiar al otro lado de la calle y dejo de reírme, fijándome más en él.

Cruzamos el paso de cebra, y de repente, lo reconozco, reconocería esa cicatriz en cualquier lugar. Esa cicatriz que le surca la cara, desde la mandíbula hasta la sien, al chico que me destrozó la vida completamente, el que me quitó una de las cosas más importantes de mi vida. Miles de sentimientos recorren mi cuerpo, tristeza, rabia, y sobre todo, ira; por lo que decido ir hasta donde este se encuentra, mirándome con una sonrisa de oreja a oreja. Reprimo las ganas de borrarle esa estúpida sonrisa de un guantazo, ya que no serviría de nada, él es mucho más fuerte que yo.

—¿Qué haces aquí, Pablo? —le pregunto haciéndome la dura.

—Veo que me has echado de menos —dice irónicamente.

—No has respondido a mi pregunta, ¿qué coño haces aquí? —inquiero intentando mantener la calma y enfatizando la última pregunta.

—Buscarte.

—Aquí me tienes, ¿qué es lo que quieres? —digo mientras veo por el rabillo del ojo como mis amigas me miran asustadas.

Se acerca y me susurra al oido— Voy a hacerte la vida imposible.

—¿No te parece suficiente todo por lo que estoy pasando para que ahora vengas tu y me quieras joder la vida aún más? —replico.

—Nada es suficiente viniendo de alguien como tú. Y no dudes que haré que te arrepientas de lo que has hecho.

—¡Yo no he hecho nada! ¡El único que tiene la culpa aquí eres tú! Y lo sabes perfectamente —le contesto subiendo el tono de voz, lo que hace que él me agarre del brazo fuertemente.

—Mira niñata, ni se te ocurra volver a hablarme de ese modo —dice intensificando su agarre en mi muñeca—. Y ahora me voy a ir porque no quiero montar un numerito delante de todas estas personas —añade mirando a la gente que nos rodea—, pero me volverás a ver, eso ni lo dudes. Ah, y una cosa más. Ándate con cuidado. La verdad siempre sale a la luz ¿no?, y por lo que veo —dice mirando hacia donde se encuentran mis amigas—, no te conviene que ellas se enteren de lo que hiciste, ¿no es cierto? —termina diciendo, soltándome bruscamente.

Y sin decir nada más se va, doblando la esquina. Quiero ir corriendo tras él  y decirle que tanto él  como yo sabemos que eso no es cierto, que lo que pasó no fue mi culpa, que fue él el que lo hizo; pero no serviría de nada, no va a cambiar nada, y todo el mundo allí ya piensa que fui yo la culpable de todo. Noto como las lágrimas comienzan a inundar mis ojos, y todo mi mundo se desmorona. Estoy asustada, muy asustada, ya que sé de lo que ese tío es capaz; después de haber visto las horribles cosas que ha hecho, no dudaría ni un segundo en que me hiciera algo a mí. De pronto miles de recuerdos pasan por mi mente, y es ahí cuando por fin me doy cuenta de que nunca voy a superar lo que pasó, que nunca voy a volver a mirar el mundo de la misma forma que lo hacía antes, y que nunca voy a volver a ser la misma persona. Estoy tan metida en mis pensamientos que no me he dado cuenta de que mis amigas se han acercado, y que ahora estan situadas en frente de mí.

—¿Quien era ese? Y lo más importante, ¿por qué estás llorando? —pregunta Marta preocupada.

—No pasa nada chicas, no es nada, no os preocupéis —miento, pero se nota por sus facciones que no me han creído ni un pelo. No quiero meterlas en esto, ellas no se lo merecen.

Nunca Se Olvida Del Todo [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora