Prólogo

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Pov Melanie

Estabamos sentadas en él parque central de California, viendo a las personas pasar, comiendo un rico helado de vainilla.
Como todas las tardes, mi madre y yo solíamos sentarnos en la banca con un corazón grabado en un costado; veíamos a la gente e inventábamos historias sobre ellas.
Platicábamos de como estuvo nuestro día, que hicimos, y todas esas cosas que las niñas hablan con sus madres.
Recuerdo que ese día mi madre me miró fijamente con su mirada llena de amor y me dijo:
-Mel, algún día tu ya no serás una niña, y ya no podré protegerte porque te estaría quitando la oportunidad de aprender a vivir y enfrentar tus propias batallas, pero nunca olvides que siempre estaré aquí para ayudarte a levantarte si algún día caes; para amarte incondicionalmente cuando te sientas desilusionada, para rascarte la espalda, abrazarte en mi pecho, y para recordarte el inmenso amor que te tengo.
Eres un pedazo de mi alma, desde el segundo aquel en que el amor concibió tu vida y la convirtió en el latido que desde entonces hace al mío palpitar.
Creo en ti, y tengo fe en tu determinación por conseguirlo todo y aunque en la vida estamos sujetos a constantes tropiezos, levántate dos veces cada vez que caigas, y no olvides limpiar el camino para reducir el riesgo de volver a caer. La vida nos lleva por caminos insospechados, y no se trata de avanzarlos corriendo; sino de sacar ventaja de la oportunidad de caminar más lento para admirar el paisaje y percibir las posibilidades de tropiezos.
Mi niña, no espero que lo comprendas  ahora, aún eres pequeña, pero siempre recuerda que estaré contigo a pesar de lo que pase.

Amor de MadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora