Al final del Camino.

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AL FINAL DEL CAMINO

Martes 3 de Noviembre.

Lamento decirles que la operación no obtuvo sus frutos. Hicimos todo lo que pudimos- anuncia el doctor con pena a la familia de la chica-. En unos días va a poder salir del hospital, pero le quedan sólo unas pocas semanas- continúa él de forma triste-. Tienen que hacerla feliz en sus últimos momentos. Asegúrense de que cumpla sus sueños y que viva la vida que se merece. Es una chica fuerte, pero la fuerza, ya sea física o psicológica, no siempre soluciona las cosas. A veces, simplemente, hay hechos que no tienen solución y hay que aprender a vivir con ellos y afrontarlos lo mejor posible.

Las pocas esperanzas de los escasos seres cercanos que Ashley tiene, se desvanecieron en el instante en el que anunciaron esta devastadora noticia; y, como cuando un globo se pincha, poco a poco, pero rápidamente, se van quedando sin nada hasta caer en un vacío que no te mata pero te deja inmóvil.

Su madre se derrumba el pecho de su esposo mientras solloza y su padre suelta una cascada interminable de lágrimas por sus ojos.

-¿Mami?- pregunta la niña de seis años tirando de la falda del vestido de su madre-. ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? No me gusta verlos llorar- sus pequeños ojos celestes se cristalizan.

La mujer guarda silencio pero alza a la niña sentándola entre entre ella y su marido en el sillón del hospital.

La pequeña, al ver la tristeza que emanan sus padres, comienza a llorar, acompañándolos.

-Sarah, pequeña, sabes que te amamos, ¿No?- el padre le pregunta a su niña. Ella asiente repetidas veces.

-Yo también los amo mucho. Y a Ashy también. ¿Va ella a poder ir a verme al recital de ballet que tengo el mes que viene?- pregunta la niña eufórica y emocionada mencionado a su hermana mayor.

Su madre solloza aún más fuerte sin poder evitarlo. Su pequeña, su niña... No va a estar dentro de un mes.

No va a poder ir a ver a su hermana ni jugar a tomar el té imaginario con ella, no podrá darle consejos ni contarle historias a la pequeña Sarah. No va a estar cuando la niña entre a la casa corriendo y gritando que dio su primer beso.

Tampoco va a estar para que su madre la maquille en su fiesta de graduación ni para poder ir de compras con ella. No va a poder usar el vestido de bodas de su madre para luego prestárselo a una futura hija. No podrá seguir la tradición y esta se esfumará dejando solo recuerdos pasados.

No se va a poder permitir ver películas sentada al lado de su padre ni quedarse dormida sobre su hombro. Su papá no la va a poder tomar en brazos para llevarla a su habitación, arroparla, y darle un beso de buenas noches en su frente.

Ashley no va a poder graduarse ni conocer al amor de su vida, no va a poder ir a la universidad ni quejarse de su trabajo, ni tampoco va a poder cuidar a sus hijos. No va a escuchar las primeras palabras de sus futuros niños ni ver sus primeros pasos. Nunca va a escuchar a alguien llamarla "mamá" ni a un chico decirle que la ama con toda su alma. Nunca estará embarazada. ¡No se va a casar! ¡No va a envejecer ni sentarse en un banco del parque tomada de la mano de su esposo!

Hay tantas cosas que Ashley no va a poder hacer... Ella tenía tantas cosas por delante que no se van a realizar.

Hay veces en las que no te das cuenta de lo buena que es la vida hasta que lo pierdes todo.

Mientras las adolescentes se quejan del color y del largo de su pelo, hay otras que luchan por unas semanas más de vida y agradecen haber sobrevivido a una operación, aunque ya no tengan cabello.

Al Final del CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora