one shot

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Ciel se había despertado especialmente de buen humor hoy y Sebastián sabia que algo se traía entre manos porque ese día en especial no tenía motivos para estar de buen humor y de normal él nunca lo estaba.
Esa misma tarde se celebraría en la mansión Midford una fiesta y estar toda la tarde con Lady Elizabeth suele ser motivo de mal humor para el menor que no aguantaba los caprichos de su prometida. Ese día en concreto parecía estar un tanto coqueto también cosa que traía un tanto molesto a Sebastián, lo último que deseaba era ver a su joven amo con su prometida por algún motivo solo de pensarlo lo invadía la ira asesina.

- ¡Sebastián! - Apenas unos momentos después el mayordomo entraba al despacho intentando aparentar tranquilidad qué no tenia.
- Te propongo un juego - Ciel se recostó en el sillón, cruzo las piernas luciendo una sospecha sonrisa pícara.
- Escucho bocchan - avanzo asta el menor quedando enfrente.
- Primero tienes que aceptar qué jugaras - a Sebastián le intrigaba ese interés qué tenía el menor repentinamente por jugar - Sería durante la fiesta y si gano yo tendrás que cumplir mi más caprichosa orden - el menor poso un dedo coqueto sobre sus finos labios dando a entender qué era un capricho secreto.
- ¿Y si gano yo?
- Podrás elegir tu recompensa - Sebastián sonrió con malicia ante el suculento premio que podría conseguir
-Acepto - Decía mientras el menor colocaba dos objetos sobre la mesa.
- Si lo aguantas, ganas - Ambos sonreían con lasciva el uno al otro cómplices de lo que sucedería ambos considerándose ganadores de aquel juego.

Sebastián notaba como gracias a su bocchan y los dichosos vibradores que había colocado en su virilidad ,uno en forma de rudimentario anillo en la base del pene y otro con una varilla introducido por la uretra y el vibrador en el extremo qué sobresalia, comenzaba a ponerse dura su situación, un ligero rubor comenzó a teñir las mejillas del mayor y sentía como sus piernas cedian ante el placer que el vibrador le otorgaba y las tentativas del menor complementaban poniéndolo en una desafortunada situación. El estrecho y rígido pantalón de Sebastián presionaba la vasta erección impidiendo todo movimiento cómodo inclusive estar de pie parecía una tortura y el largo rato sexualmente excitado comenzaba a dolerle, además el vibrador impedía zafarse de aquella erección. Ciel sabia de la situación de su mayordomo y de vez en cuando pasaba dando suaves y excitantes roces que para todos eran desapercibidos menos para el mayor que los sufría como una agónica tortura.  Cuando no lo estaba excitando se iba con Lizzy cosa que por algún motivo cabreada al mayor sobremanera, más que la situación en si.

Desde que su bocchan descubrió esa sensible y excitable zona del mayor no había parado de "jugar"  con ella, un roce,  una caricia,  una mano estrategicamente colocada o una rodilla traviesa viniendo de el Conde el más mínimo toque lo hacía arder, pero ya no solo eso, eran miradas insinuantes, movimientos sensuales cualquier cosa lo hacía arder, su autocontrol se esfumaba. Ciel disfrutaba tentando al demonio porque era la única expresión real qué había podido sacarle al sensual mayordomo y eso lo cautivaba, esa cara era la única no forzada por otro lado el demonio se dejaba calentar porque ese niño era el único capaz de hacerlo. Quizás fue esa mascara fría y prepotente del Conde que ocultaba al niño roto y triste que era o quizás fue la cercanía y familiaridad con las que lo trataba, como si Ciel ignorase que su fin era morir a garras de ese ser. Algo causó qué un calido sentir se instalase en el frío ser, por algún motivo deseaba protegerlo y cuidarlo, sentimientos prácticamente humanos qué ese demonio no terminaba de comprender.
Sebastián noto que la situación se iba de las manos cuando Ciel pasando a su lado subió la intensidad de un vibrador dejando al mayor totalmente desprotegido entre dolorido y extasiado mientras sus rodillas temblaban y su rubor se extendía. Ciertamente estaba haciendo sudar al mayordomo que en ningún momento salió de su papel,  no le daría el placer a ese niño, al único ser capaz de hacerle perder la paciencia y la cabeza al demonio.

Kuroshitsuji : La fiesta MidfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora