Lianna se separó de mí poco a poco mirandome a los ojos. Su sonrisa no desaparecía. Y yo, estaba cagado.
-¿Me quieres? -me preguntó Lianna.
Necesitaba una bofetada. Que me la dí mentalmente para hacerme reaccionar.
-Sí - ¡Lo he dicho! Se acabó.
-Creo que es la hora de contarte lo de los donuts, Aiden. ¿O debería decir, mi futuro novio? -tenía que leer esa. ¿Cuántas habrá leído? -Hace unos años, entré al instituto. Estaba asustada ¡Iba a ser mayor! -se rió un poco y continuó -no. No lo era ni tampoco lo soy ahora. En fin...El caso es que ese día traía un donut de chocolate.
-¿Sólo? -le pregunté. No recordaba eso.
Ella, se rió un poco y continuó.
-Sip. Entonces pasó un niño castaño. Muy guapo, hay que decir -sabía que se refería a mí. Alcé una ceja y se tapó la cara con el pelo. Tosió y intentó tapar su sonrojo -te ví, con un donut de fresa. Tan aburrido como el mío. Fijaste los ojos en mí y nos miramos, pero enseguida seguiste andando.
Estúpido. Patético. Idiota.
Me seguí insultando.-》...me hice actriz para que me prestaras atención. Tenía catorce años. Lo sé, una tontería. Hice un juego, un día, en história. A ti te gustaba la fresa, a mí el chocolate. ¿Cómo serían los dos sabores juntos? Que, en mi cabeza sonaba ¿Cómo serían Aiden y Lianna juntos? Sorprendentemente, me hiciste más caso con los donuts.
Al finalizar se carcajeó una vez más. Esto me sonaba a una novela. Mientras ella, intentaba llamar mi atención, yo intentaba que ella me la prestara a mí. Eso me pasa por despistado.
-Aiden, que es lo mismo decir que me gustas. -aclaró. De tanto pensar, la había asustado.
-¿Quieres saberlo?
-¿El qué? -preguntó. Lianna era un libro cerrado. No sabía si estaba entendiendo o tomándome el pelo.
-Tú y yo juntos. Intentarlo -sonrió. Y yo también. Y bueno, cuándo sentí mus labios y los suyos juntos, solo pude pensar en que era increíble que un donut fuera tan significativo en una relación.