1. EL ALPINISTA

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Todos sus allegados habían reaccionado de la misma forma al oír lo que este alpinista, viejo y ya retirado, se proponía a hacer: "pretendo escalar, sin arneses ni ayudantes, sin guías ni mapas, ni tampoco víveres, la montaña montaña más alta del pueblo". Todos desahuciaban a este pobre viejo alpinista chiflado. Nadie en el pueblo pensaba que alguien así pudiera llegar a lograr un objetivo tan poco realista, pues la montaña que pretendía encumbrar, era ya conocida por todos los habitantes por haber arrancado el alma a más de un aventurero temerario.

Incluso en los bares más concurridos se hacían apuestas, no ya sobre si lo conseguiría, sino sobre cuánto tiempo tardaría en rendirse, cuánto tiempo tardaría en morir en el intento o, la que más expectación suscitaba: si no serían todas esas pretensiones, desvaríos de un viejo senil con el entendimiento medio roto.

Estos últimos serían los primeros en perder la apuesta, pues el recién famoso alpinista comenzó a escalar la montaña en la fecha prevista. Sin duda pasó no pocos peligros y, también no pocas veces, estuvo al borde de la muerte por un motivo u otro. Pero después de muchos días, meses quizás (el tiempo no se sabe con exactitud), lo logró. Cumplió su promesa, cumplió su meta. Había llegado a la cima luchando contra todo, luchando contra todos.

En el pueblo, mientras, se comentaba por las calles, en cada esquina, qué habría movido a este hombre a llevar a puerto esta terrible empresa; se cuestionaron durante días cuál había sido el motor que hubo impulsado su locura.

Esta historia se convirtió en la comida diaria entre las gentes del pueblo, incluso años después de que uno de los habitantes se encontrara, al pie de la montaña, a este alpinista sin rastro de vida en los ojos. Entre polémicas y discusiones hasta dónde había llegado a escalar vivió el pueblo los meses siguientes al terrible hallazgo.

Lo que nadie sabe y lo que nunca se descubrirá jamás es que, una vez hubo llegado este alpinista a la cima, se lanzó precipicio abajo, derrotado, dejando que la muerte lo encontrara en su descenso.

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