2. PROYECCIONES

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Aquella noche, ellos, entraron en la sala donde se iba a proyectar una película que a ninguno de los dos interesaría en absoluto, puesto que las únicas pantallas que necesitaban eran los ojos del otro. Afuera hacía frío, aunque ellos no tenían. Entraron en la sala, que a esa altura ya no estaba tan fría, y, abrazados, comenzó la película. Hubo muy poca atención al argumento y mucha conversación entre ellos, pero sin que la palabra mediase.
Al poco, ya no había película; ya no había proyector ni sala en la que proyectar. Sólo ellos, hablando en un lenguaje que, únicamente, ambos, pueden entender. Y, de este modo, mientras se oía una melodía clamando a niños, ellos, ambos, ya no escuchaban, porque para entonces su conversación había avanzado demasiado.

Desde el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora