Prólogo

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Tres mil trescientos setenta y dos gotas me han picado en la nariz y aún quedan unos diecisiete minutos con quince segundos para entrar a la más próxima zona segura.

Estos son los momentos en los que maldigo hacer caso omiso a lo que mis padres me aconsejan, ¿por qué debo llevar siempre la contraría? Debo prestar más atención para la próxima o por lo menos salir con un paraguas, pero es que es muy incómodo tenerlo al trasto. 

Desde ahora me propongo ser menos rebelde, sólo me trae problemas, aunque a ¿quién le miento? Me encanta ser un alma libre. Si tan sólo fuera como mi hermana no estuviera en esta situación, no hubiese peleado con mamá, no estuviese perdida ahora mismo. Joder, ¿perdida? Si, perdida, no veo siquiera una línea de luz y no se como he llegado hasta acá. 

Maldito frenesí que me trajo hasta aquí.

Relájate pronto encontrarás algo, no te desesperes, eso sólo lleva al fracaso. 

Hace un frío de mil demonios, si, soy estúpida. Debí aguantar el discurso de mi madre y después quedarme en mi habitación. Pero no, señora orgullo tiene que salir a joder momentos. 

Jodido jueves de mierda. 

Estoy empezando a odiar este puto día.  




JuevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora