Pizza Love.
Solía ir todos los fines de semana a aquella pizzería. Y no precisamente para comer.
Aquél guapo mesero solo me había atendido una vez porque su compañero no había llegado al trabajo.
Era la primera vez que iba y me había puesto totalmente nerviosa cuando llegó a tomarme la orden, a duras penas se la pude decir sin tartamudear.
Hoy era un lindo sábado y había decidido ir a comprar unos dedos de queso para ver unas películas en mi departamento.
Él estaba atendiendo a una pareja que se encontraba a dos mesas de la mía.
Por segunda vez desde que comencé a visitar este lugar, se acercó a mi mesa y me sonrió amablemente.
—Hola, buenas tardes ¿deseas ordenar?— así es, el hermoso chico me trataba de tu.
—Mmhhh... sí, quisiera una orden de dedos de queso y un refresco mediano, por favor— sonrió mientras anotaba en su libreta.
—¿Algo más?— en serio tenía una sonrisa de infarto, era hermoso.
—Sería todo, gracias— dije mientras agachaba la mirada.
—En un momento estará listo— sonreí en respuesta y se marchó.
Estaba totalmente segura de que me había enamorado totalmente de aquel chico. Llevaba medio año yendo a Pizza Love solo para verlo (y para comprar comida, claro está).
Es hermoso. Seguía repitiendo eso en su cabeza una y otra vez.
Rubio, ojimiel y una sonrisa encantadora. Y las pocas veces que le había tocado atender cerca de mi mesa, se notaba que era un chico amable.
Mis pensamientos fueron interrumpidos al momento en que vi una pequeña bolsa frente a mis ojos.
—Tu pedido esta listo— dijo mientras me pasaba un pequeño papel para pagar la cuenta.
—Gracias— dije después de firmar la cuenta y pasarle el dinero.
—Oye, me preguntaba si quisieras salir algún día conmigo— miró hacia el piso y pude notar como sus mejillas se tornaban de un ligero color carmín—. Se que no nos conocemos, pero me pareces preciosa. Se que esto sonará muy cliché, pero siempre que suena la campanilla de la puerta, anhelo que seas tú.
Tenía que ser una broma, el chico que me gustaba me estaba invitando a salir y prácticamente me estaba confesando que gustaba de mi. Me quedé perpleja y no me di cuenta de que no había contestado absolutamente nada.
—Si te estoy molestando, te pido una disculpa, en serio no quería incomodarte— esas palabras bastaron para que reaccionara.
—¡No!— grité un poco y rió— No, no, está bien, yo... ehm, sí, me gustas—. Comencé a balbucear y él soló me miró con una pequeña sonrisa sin quitarme los ojos de encima por lo que decidí que era un buen momento para respirar y dejar de hacer el ridículo frente al guapísimo mesero— Quiero decir que sí me gustaría salir contigo.
Simplemente me miró y me tendió la mano.
—Soy Ross.
—Laura— dije mientras tomaba su mano.
—Entonces, ¿si aceptas?
—Claro, me encantaría— en ese momento su cara se iluminó aún más con una hermosa sonrisa.
—¿Te parece mañana aquí mismo a las 5:00?— supuse que a esa hora terminaba su jornada.
—Eso está bien para mí— sonreí.
—Perfecto, nos vemos mañana— dijo para después depositar un beso en mi mejilla.
-Adiós- balbuceé y comencé a caminar hacia la puerta mientras tocaba mi mejilla en donde anteriormente habían estado sus labios.
La tarde de mañana sería grandiosa, de eso estaba segura.
