-Así que preparando todo, ¿no? -digo mientras me aproximo por su espalda, para observar los garabatos que dibuja en su cuaderno sin parar.
-Demasiado trabajo... -responde sin girarse, pero apuntando rápidamente un par de palabras sueltas.
-Demasiado trabajo, ajám. Deberías relajarte un poco -comento mientras tomo asiento en frente de él. Se le nota cansado, físicamente no aunque sí de manera psicológica. Observo cada uno de sus movimientos, esa forma tan suya de agarrar la pluma, de destrozar las hojas, de morderse el labio o arrugar la frente cuando algo no le sale como a él le gustaría.
-¿Relajarme? -dice soltando el utensilio de escritura, para encontrarse con mi mirada, desafiante- difícil.
-¿Difícil? Yo creo que no -comienzo a acariciarle con mi pierna suavemente por debajo de la mesa. Una sonrisa se forma en su cara.
-Ene, no -apenas puede contenerse- sabes que no.
-Será solo un rato, te despejas y luego te ayudo. ¿Qué tienes que hacer? ¿Cuadrar horarios? ¿Escribir el guión del nuevo programa? Eso está hecho.
-O sea que vas a dirigir tú mi programa, ¿no es así?
-Correcto -respondo con una gran sonrisa, mostrando seguridad en mi misma.
Me incorporo y me sitúo a su lado de nuevo. A continuación, él separa la silla de la mesa para hacerme hueco y me invita a que me siente sobre sus piernas.
-Yo te ayudaré -confirmo mirando de nuevo sus apuntes- Y cógete algún día libre, que trabajas demasiado.
-El trabajo a veces trae sus recompensas...
-¿Ah, sí? -respondo, como si no supiese ya la respuesta.
-Sí.
-Como por ejemplo...
-Como por ejemplo -me roba un delicado beso- tú.
Unos meses antes...
Cierro con desesperación el libro de Química y tiro el bolígrafo al suelo con todas mis fuerzas. Después, empiezo a arrugar todas las hojas repletas de ejercicios mal hechos o sin terminar y hago lo mismo: uno a uno los voy arrojando al suelo.
No puedo seguir así.
Me dejo caer en la cama, replanteándome la idea de trabajar en un laboratorio en un futuro, con la esperanza de encontrar la cura a la diabetes. No creo que pueda seguir a este ritmo.
Desvío la mirada hacia la mesilla de noche en busca de un reloj en el que mirar la hora. Las 23:20.
Aún faltan veinticinco minutos...
Sé que tengo examen mañana pero no puedo rechazar el momento favorito del día.
Me incorporo con cuidado de no hacer ruido y cierro la puerta. A continuación, me deshago el moño y me quito la ropa de manera delicada, para cubrir mi cuerpo con una tela que hace las veces de camisón.
Tras retirar todo el material escolar y meterlo en la mochila, me tumbo en la cama, apoyando el portátil sobre mis piernas. Auriculares incluidos.
Apago la luz e inicio sesión.
23:35.
Los nervios aumentan.
Busco la web. Su web. Y dejo la pestaña abierta.
Aprovecho el rato para responder a las notificaciones de las redes sociales y para ponerme al día de todas las noticias de actualidad.
23:43.
Cierro los ojos, una sonrisa aparece en mi cara.
Entonces aparece.
La pantalla en gris, unas simples líneas indican la existencia de una voz... al igual que un cardiograma.
Buenas noches, queridos nocturnos.
Estamos aquí una noche más, para hablar, para leer, para lo que queráis.
Empezamos el programa hoy con una noticia muy especial. Y es que... ya sois más de medio millón de oyentes lo que significa... special program -explica con un inglés perfecto en sus dos últimas palabras, acompañado de una carcajada- pero antes de deciros nada, escuchemos el número 1 de la lista. Ahora mismo vuelvo con vosotros.
Es entonces cuando empiezan a sonar los primeros acordes de esa canción que está en bucle las veinticuatro horas del día. Muerdo el labio pensando en lo que puede significar "special program".
Alcanzo el teléfono para revisar los últimos mensajes.
"¿Cómo llevas el examen?"
"Mañana no creo que vaya a primera"
"Ene, conéctate, necesito que me expliques una cosa"
Resoplo y bloqueo la pantalla. Justo a tiempo.
Ya estamos de vuelta, ¿alguna petición? Hagamos una cosa, os leo por Twitter. Tenéis en pantalla el user oficial de la radio, concretamente, de este programa... Porque sí, quiero que este sea un programa por y para vosotros.
Me llega por aquí el primer mensaje. "¿Puedes leernos algo?" Wow.
¿Qué queréis que os lea?
Me entran ganas de escribirle, de decirle que lea el mismo poema de siempre, que me encanta, que necesito escucharlo. Pero no quiero utilizar mi cuenta de Twitter, no aun.
Demasiada vergüenza.
¿Tardes de verano? Vosotros lo habéis pedido... Pero que sepáis que no tenía pensado recitar nada por hoy -risas- Seguiremos luego repasando la lista de esta semana y no os mováis... porque se viene algún sorteo...
Sonrío. Me encanta. Y sin conocerle.
Miro el reloj de nuevo; sé que debería estar dormida, pero su voz es el momento más bonito del día. Cierro los ojos al tiempo que empieza a leer. Muevo los labios, recitando al mismo tiempo que él pero en voz baja.
Mi favorito.