2: Lady Killers Ω

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3 DIAS ANTES:

Estoy sentada en la mesa del comedor cristalino, precisamente entre las dos personas que comparten absolutamente nada en común, excepto criarme.

Mi madre está sentada a mi derecha, agregando una cucharada de azúcar a su té verde. Mi padre está en el extremo opuesto de la mesa con un periódico en sus manos, leyendo la sección política del Barrio Connecticut. Sus ojos fijos en el periódico. Es notorio que mis padres evitan el contacto visual a toda costa

La frase: Lady Killers (asesinos de chicas) parpadea en la pantalla del televisor en la sala de estar. La imagen de tres hombres pasa demasiado rápido como para verlos bien, y mucho menos como para recordarlos. Un dígito se pega en mi mente: siete mujeres muertas.

Antes de que pueda procesar lo que he leído, mi madre se aclara la garganta ruidosamente. Lleva la taza de porcelana a sus labios amelocotonados, frunciendo el ceño cuando el líquido caliente toca la lengua.

A pesar del calor, mi madre no se inmuta y le da varios sorbos. Sus afilados, gatunos ojos color avellana viendo hacia mi padre, que apenas se da cuenta de su presencia.

Vuelvo mi atención hacia la televisión.

"Policías informan de la migración de tres hombres de renombre mundial, que forman parte de un culto de asesinos en serie desde el Reino Unido. Han cruzado en nuestras fronteras y están vagando en algún lugar entre Connecticut y Massachusetts." La aburrida voz del periodista se hace eco a través de la sala de estar.

Se me cae la cuchara. Mi madre me regaña, ajena al anuncio de la reportera.

Ajusto mis gafas y doblo mis manos en mi regazo, asegurándose de que mi falda blanca plisada cubre mis rodillas huesudas. Echo un vistazo a la televisión, tratando de oír lo que dice el reportero sobre las mujeres muertas. Vivo en una comunidad relativamente cerrada y los únicos crímenes que he escuchado son de las amas de casa que roban bolsos de Gucci.

"Termina tu desayuno o de lo contrario vamos a llegar tarde para la prueba de vestido." Mi madre insta. Asiento levemente quitando mis ojos de la pantalla.

Esperen ¿Acaba de decir asesinos en serie?

"Katarina." Habla mi madre, levantando sus cejas oscuras. "Por favor, da las gracias."."

"Querido Señor, gracias por la bendición de mi amada familia con estos deliciosos y nutritivos alimentos. Amén." Termino. Esa era la oración más extraña que he dicho. Mi madre acaricia mi hombro.

Miro hacia abajo para ver mi desayuno: avena y arándanos, una tira de tocino de pavo y una naranja simétricamente en rodajas, colocadas de manera que se asemejan al sol. Estoy terriblemente hambrienta, pero mi madre siempre ordena a nuestra camarera, Sonya, que cocine cosas nutritivas porque soy talla seis. Y un tamaño de talla seis supuestamente es inaceptable.

No creo que tenga que bajar de peso; estoy contenta con mi figura.

El televisor vuelve a sonar. Los comerciales han terminado y el reportero regresa a la pantalla. El reportero estabiliza sus manos mientras se sigue anunciando la historia titular sobre los asesinos.

"Los tres asesinos son hombres jóvenes, entre las edades de 20 y 21, pero su encanto irrazonable es causa de preocupación. Las mujeres que murieron, voluntariamente entraron en sus brazos, atraídas por su aspecto, pero sorprendidas por su crueldad." Continúa el informe.

Una inquietante sensación crece en mi pecho mientras me planteo la idea de psicópatas en mi barrio. El periodista afirmó que tres asesinos en serie andan sueltos. El sistema policial es altamente calificado y la tecnología es mucho más avanzada ahora, ya que décadas antes, cuando la talla de Ted Bundy y Jeff Dahmer fueron en tropel por los EE.UU., la policía pudo encontrar huellas dactilares y rastrear los teléfonos de los asesinos.

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