Vuela sin miedo

49 0 0
                                    

La primera clase transcurrió monótona en un día caluroso como cualquier otro, todos leían sus ensayos en voz alta con historias como: "Me levanto, me cepillo y me voy a la universidad como cualquier otro día aburrido de mi vida..." seguido de quejas por el caos del metro y la ciudad que no ocupaban más de media hoja por lo que las historias terminaban al cabo de unos dos o tres minutos. Yo tenía preparado un ensayo algo largo que empezaba con un incendio y terminaba siendo un sueño, luego escribí sobre mi punto de vista de la vida y esa clase de cosas que uno a veces piensa cuando se está solo y aburrido en su habitación. Al terminar de leer la profesora nos dio su opinión sobre los ensayos, pidiendo que escribiéramos más, y de cosas más interesantes. A mi me dijo que no fuera tan moralista pero aun así le gustaba como escribía, además fui la única que rompió el molde y escribió algo interesante.

Así fueron las clases durante todo el trimestre, leyendo textos y presentando nuestros ensayos en clase, me trabé muchas veces sin saber qué escribir, pero tarde o temprano lo lograba. Poco a poco todos se soltaban y mostraban su personalidad en sus escritos, así que las clases fueron más fluidas y divertidas.

Para el ensayo final, la profesora nos pidió incluir de alguna manera un cuento escrito por Julio Cortázar llamado "Grafitti" que habíamos estado leyendo y analizando hace varias clases.
A pesar de que tuve mucho tiempo para escribir, lo hice un día antes de la clase. De verdad no tenía inspiración, así que solo me forcé, no podía reprobar la materia ni dejar de escribir para siempre. Empecé solo escribiendo lo primero que se me pasara por la mente, luego cité frases de Julio y de un momento a otro no paraba de tipear. Al día siguiente tuve que acortar mi escrito de forma que entrara en una sola hoja, porque no me alcanzaba el dinero para imprimir dos, pero aun guardo en mi laptop el documento original.

Este fue el único ensayo que me fue devuelto con correcciones:

14 de febrero de 2015

Desde hace semanas, he vivido desaire tras desaire, injusticias y clichés, la rutina es cansona y la situación es cada vez más caótica, las personas son cada vez más confianzudas, amargadas y abusadoras; la carne está cada día más cara y se le ceden menos puestos a los viejitos. Como en el cuento de Cortázar, no había libertad de expresión, ni siquiera mediante el arte. Hoy decidí escribir en lenguaje coloquial simplemente porque estoy harta, por esta dictadura que se vive no sólo en este país, sino también en nuestras mentes, y estoy segura de que muchos se sienten igual, sienten que cada vez hay menos esperanza y yo era de las que siempre decía "Todo va a estar bien, de alguna forma se logran las cosas", pero hoy me cansé de animarme a mí misma y de animar a los demás.

Siento que desde el principio he escrito tan solo quejas, pero mi mente no se despeja como para escribir algo aceptable, hoy no estoy de humor para escribir la lectura que le encante a la profesora, porque no puedo ser mentirosa y escribir cosas que no siento, aun si tuviera el más extraño y curioso de los pensamientos, o tuviera la historia más interesante de todas, no lo podría escribir todo, porque no soy una persona que hable abiertamente de sus emociones más profundas tan fácilmente, de cierto modo hay una barrera que construyo a veces, prefiero estar ensimismada, leer algún libro con el que me identifique e imaginar que hablo con el escritor que de hecho me entiende a la perfección. Prefiero buscar el momento adecuado y la persona confiable para contarle sobre los matices de mi personalidad y escuchar también sobre los matices de la suya.

Hoy no quiero escribir con lenguaje embellecido, pero lo intentaré. Busqué la inspiración volviendo a mi pasado, hace unos tres años en los que empecé a escribir por gusto propio, decidí leer dos documentos de Word, escritos por una persona que quiso compartirlos conmigo conociendo mi gusto por la lectura, me traían recuerdos de una vieja amistad y mis primeros días como "escritora". A pesar de que hace unos años con solo leer unas líneas de estos textos sentía ganas de escribir, no sentí la inspiración como para redactar un ensayo aceptable y mucho menos para crear mi primera obra maestra, pero no hay nada malo con éstos escritos que mencioné, sino conmigo, porque he llegado a mi límite, al que no llegaba desde hace mucho tiempo, a mis ataques de misantropía y frustración en su más puro estado, a una pequeña crisis de la que logré salir poco tiempo atrás.

El ensayo de la clase extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora