1-. Juntos.

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Al fin después de tanto esperar, Samuel volvería a vivir con la persona que más  quería en el mundo. Dicho así la verdad, parece que lo extrañara demasiado, pero es así. Aún que hablan a diario y se la pasan bien, para él no es mínimamente suficiente. Necesita su aroma en su casa. Bueno, más bien. La casa de ellos dos juntos.
Sus labios, se ven dulces siempre, y tiene una sonrisa hermosa, y sus ojos, aún que es algo difícil de notar son de color café. Su pelo castaño y cuando lo abraza para saludar le entran ganas de comerlo a besos, para que mentirles, la verdad es que lo ama. Pero... En realidad, nunca se lo a dicho. Cuando vivían juntos en Los Ángeles, siempre había un clima cursi además de que sus miradas su cruzaban de forma tímida, haciendo que ambos se agiten, siempre le sacaba una sonrisa pero de igual forma no dejaba de mirarlo a los ojos. En diferentes bromas ya se ha confesado, pero para él no pasa de eso, bromas. Tenían un amigo en común, se divertían mucho con él y siempre se la pasaban riendo, con él y su novia, pero él siempre bromeaba de que ellos eran pareja en secreto, en el fondo a  ambos le ponía feliz, ambos estaban enamorados uno del otro, pero ninguno se atrevía a decir nada.

-Suena el móvil-

—Hola!
—Vegetta, ya vas a llegar?, te estoy esperando hace más de 20 minutos tío, en la casa, hasta los de mudanza ya han llegado y se irán pronto!— Suena molesto. Pero igual le gusta oírlo enfadado, su voz hace que cosas que había dejado de sentir tal como nervios vuelvan a aparecer en su corazón.
—Si!Si! Que me tarde para tomar un taxi, lo siento Chiqui— responde entre risitas. Luego de escuchar lo último, él permanece en silencio—Ya extrañaba estar contigo.
—...—Permanece callado más unos segundos—Si... Juntos nuevamente. Bueno t-tengo que colgar, Bye.

Cuelga sin más. Samuel mira por la ventana del taxi y ve que solo faltan algunos cuadras para llegar a la casa, de repente gotas de agua empiezan a caer por la ventana del auto amarillo, lluvia. Intenta  seguir una gota que cae con su dedo, pero se fija  en su muñeca. La pulsera. Sus pulseras.

~Flash Back~
Ahí estaba el chico por el cual empezó a sentir cosas nuevas, con cada risa que suelta puede ver que cada día lo quiere más, ahora mismo está usando su computadora, al parecer va subir un vídeo nuevo.
—Willy, Guille, Chiqui, Chinito!—Intenta llamar su atención— Mira lo que he comprado para nosotros!— dice cantando.

Se gira perezosamente.

— Espero no sean otros llaveros que digan "SOY el PUTO amo", que eso se lee y entiende mal— hace las comillas con los dedos y luego mira la caja que Samuel tenía en las mano.
—Que no niño! Abre la caja!—dice emocionado con una sonrisa que va de oreja a oreja. Él lo obedece y abre la caja.
— Una pulsera, y está muy chula! Gracias Samu!— dice sonriendo mientras se pone la pulsera. Se puede ver que sus ojos se le hacen más chiquitos, es muy adorable. Samuel vive encantado por  esa sonrisa.
—Cada vez que te sientas solo, solo debes de mirar la pulsera y sabrás que estoy contigo, Niño— Le muestra su muñeca, para que vea que tenia una pulsera igual. Él permanece en silencio, luego se pone de pie y lo abraza. Guillermo no supo cómo reaccionar de manera diferente.

~Fin del Flash Back~

Samuel aún sentir su abrazo. Al volver a la realidad, nota que esta nuevamente
en el viejo taxi, que tiene los sillones sucios y manchados, papeles de publicidad por todos lados y un olor a humedad algo molesto.

—Llegamos.— dice el taxista de forma fría mientras lo mira por el retrovisor, el cual está roto. Le pasa la cantidad de dinero requerida y más unos 5 euros de propina. El taxista sonríe agradecido.

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