Parte 1

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Kim Min Seok no sabía qué pensar. Se había devanado los sesos intentando descubrir qué era lo que Kim Jong Dae tenía planeado hacer con él y con el bendito aparato vibratorio. Y no está demás decir que no había llegado a una respuesta que lo convenciera o que lo calmara del todo.

Min Seok ya se había resignado a lo inevitable. Escaparse de Jong Dae era solo un gasto de energía innecesario. Simplemente aceptarlo ahorraba mucho tiempo. Pero también ya no negaba que realmente quería probar la maldita cosa con su pronto a ser ¿qué? ¿Amante? ¿Amigo con derecho? ¿Futuro novio?

Se removió en su cama, sintiéndose terriblemente incómodo. En cualquier minuto Jong Dae aparecería y el juego comenzaría. Sería un juego ¿no? ¿O quizás debería llamarle aventura? ¿Experimento? Bueno, lo que sea que eso fuera, iba a disfrutarlo, por lo menos eso esperaba.

Dirigió su mirada hacia la cama de Jong Dae y pasó saliva rápidamente. Ahí, sobre la almohada, como si fuera una especie de trofeo en exhibición, estaba el perturbador vibrador de su amigo. La puta cosa parecía que lo llamaba, que lo atraía como un imán, y le hacía sudar y picar las manos. Algo en él debía estar mal para reaccionar así ante algo que ni respiraba y ni se movía –por lo menos en ese momento no lo hacía. Quizás estaba en un estado en donde lo más insignificante le causaba una reacción exagerada. Lo que era patético ya que el vibrador no era un jodido fantasma, aparición o espectro.

Min Seok pegó un salto y se le cortó la respiración cuando Jong Dae ingresó al cuarto, cerrando la puerta detrás de él y trancándola. Oh, mierda. Oh, mierda. Oh, mierda. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Debía gritar como si lo estuvieran violando para que los demás vinieran en su ayuda?

— ¿Cómo estás, hyung? ¿Tardé demasiado?

— ¡Bien y no!— la voz le salió como un chillido muy agudo y se golpeó la frente mentalmente. Estaba actuando como un estúpido.

Vio la sonrisa gatuna que se dibujó en el rostro de Jong Dae. El muy idiota estaba disfrutando de la situación desesperante en la que se encontraba. Y en ese momento no sabía si lanzarle el vibrador por la cabeza o lanzarse el mismo sobre Jong Dae para golpearlo.

Min Seok siguió detenida y cuidadosamente, observando como un halcón, cada movimiento que hacía Jong Dae. Debía estar alerta, no iba a permitir que lo tomara por sorpresa. No, señor.

— Necesito que te sujetes a las barras del espaldar de tu cama.

— ¿Disculpa?— preguntó, creyendo que había oído completamente mal.

— Hyung, sujétate a las barras del espaldar de tu cama— repitió.

— ¿Por qué?

— Lo sabrás en un rato, ahora solo hazlo

— Podrías decírmelo ahora.

— Min Seok— elevó cuidadosamente el tono de voz, haciendo notar claramente quién tenía el control de la situación.

Rápidamente, sin meditación, Min Seok hizo exactamente lo que Jong Dae le ordenó: aferrar sus manos al espaldar. Abrió enormemente los ojos y Jong Dae sonrió divertido. ¿Por qué había respondido tan rápido?

— Parece que a alguien le gusta que le hablen en tono autoritario.

Min Seok no respondió. No podía negarlo, aunque quisiera, porque su respuesta, al tono de voz empleado por Jong Dae, había sido muy obvia. ¿Qué estaba pasando con él? ¿Tenía una beta sumisa y no se había enterado? Por Dios, ¡ni le gustaban todas esas cosas BDSM! Si eres un sumiso, deben gustarte esas cosas ¿no? ¿O estuvo equivocado todo el tiempo? Jong Dae solo usaría el vibrador ¿no es así? ¿Lo iba a atar al espaldar de la cama y por eso le ordenó que se sostuviera de las barras? ¿Iba a golpearlo con alguna especie de fusta de cuero? Respira, Min Seok, respira.

ChenMin y un vibradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora