ESPERANZA
Después de la catástrofe ya no quedaba nada, solo seguir la vida, y tener las fuerzas suficientes para sobrevivir en esta fría tierra. Los libros dicen que Barranquilla hace 700 años era un lugar alegre, con fiestas y costumbres, la gente bailaba, salían en familia y niños jugando por doquier, Es raro pensar que este lugar alguna vez fue así.
Me levanté sudado y asustado, a diario me pasa, siempre sueño que mi madre está siendo contagiada con la enfermedad. Arreglé mi cama y salí a desayunar, Allí estaba, como siempre mi madre ya tenía el desayuno preparado. Le di un beso en la mejilla y me senté. Mirándola fijamente solo podía pensar, ¿Qué haría yo sin esa mujer? ¿Qué pasará cuando ya me deje? ¿Qué pasa si la matan? No podía ni imaginármelo.
Dicen antiguos archivos digitales que anteriormente las personas solían creer en un Dios, qué absurdo tuvo que haber sido eso. Dicen que fue la primera vez que llegó una nave espacial aquí a la tierra, se bajaron unos Xels y les dijeron a todos que nosotros éramos un experimento que se salió de control, la raza humana lo único que desarrolló fue destrucción y guerra. Ellos nos iban a destruir, pero prefirieron dejarnos vivir, y dejarnos hacer nuestras propias cosas solo con la condición de que no podíamos salir de este planeta.
Terminé mi desayuno y me fui al baño. Al salir me coloqué mi uniforme, mi mascarilla y salí a trabajar. Odiaba toda esta parte del día, salir de mi casa y no ver a mi madre, siempre vivía con miedo a que le sucediera algo, ella sola no iba a poder defenderse. En el camino me encontré con el alcalde, lo saludé y me devolvió el saludo, se veía agotado, y debería estarlo desde que algunas personas decidieron no trabajar más. A cada representante de las ciudades les toca un trabajo duro, mantener a todos a gustos, de todos modos, es el precio que pagan por lo que hicieron.
Llegué al trabajo, me quité la mascarilla y me limpiaron, me senté en mí puesto de trabajo, vigilar la ciudad, cada rincón, cada centímetro, pero, aunque tuviésemos toda esta tecnología, la gente robaba, de hecho, es el oficio que más genera dinero.
A la hora del almuerzo, vuelvo y me coloco la mascarilla, pedí una manzana con sabor a pizza. También escuché que antes los alimentos eran pequeños y sabían a feo, menos mal y ahora no es así, no me hubiera imaginado comiendo una manzana con el tamaño de un vaso de agua. Todo era cuidadosamente esterilizado, limpio, no nos podíamos arriesgar que la enfermedad llegara aquí a Barranquilla, A eso es a lo que más le temo, dicen que desde que la comida empezó a escasear y la sobrepoblación fue muy grande, el gobierno de ese entonces liberó la enfermedad, unos le dicen el ébola, pero normalmente se le conoce como la enfermedad, Al principio todos pensaron que era como cualquier otro virus, pero después se supo la verdad, hubo guerras, masacres, protestas, mucha gente murió, y el virus se esparció, tanto que ahora ni el gobierno lo puede controlar. Y ahí está el virus en algún lugar en este momento sigue infectando y matando gente.
Seguí mi turno de trabajo, viendo en las cámaras de la oficina como robaban, mataban, secuestraban gente. Mi trabajo es avisar a los policías, pero como hay muy pocos, no pueden atender todas las emergencias.
Al salir del trabajo, caminé hasta mi casa, no cogí transmetro, porque a esta hora se llena demasiado, la gente se empuja y es más probable que salgas muerto de un bus. Tenía que llegar a mi casa antes de las 8 pm, las personas que salían después de 8 pm, eran personas valientes, no sé cómo hacen para estar aquí afuera con esa oscuridad.
Llegué a mi casa, arroje mi mascarilla y saludé a mi madre, ella le tenía prohibido salir de aquí de la casa, en esta semana ya ha habido más de tres asesinatos aquí al frente, no me puedo arriesgar que ella salga. Ella solía ser enfermera, trabajar de noche, pero desde la catástrofe, le prohibí que fuera a trabajar, y yo solo tenía 18 años, mi padre murió en la catástrofe, eso fue muy duro para nosotros dos.