Capítulo 1: Primer día de trabajo.

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***En la actualidad***

Ryan me observaba desde el comedor- Jackie, se supone que el primer día de trabajo debes llegar puntual, y como no salgas ya le darás a tu jefe un motivo por el cual tenerte manía.- sus ojos se clavaron aun más en los míos. –Te lo digo enserio, ¿Qué clase de mejor amigo sería si dejase que llegaras tarde a tu primer día de trabajo?- Desvié la mirada hacia el bolso que estaba colocado en la silla de la cocina.

Cuando fui a cogerlo tuve la torpeza de dejar que resbalase y cayese al suelo. –Maldito bolso.- Murmuré. Al agacharme un sonido curioso hizo que me diese cuenta de lo que acababa de pasar.

Ryan se acercó a mi – ¿En la tienda no tenían ropa interior más bonita?- Me quedé en silencio intentando reaccionar. Tapé el enorme agujero de mis pantalones con mis manos y de golpe me levante y miré a Ryan, el parecía estar divirtiéndose con la situación. –Agradece que se te han roto aquí y no en el trabajo.- Le golpeé lo suficientemente fuerte en el brazo para que dejase de reír.

Cuando al fin me cambié los pantalones, agarré el bolso procurando que no resbalase de nuevo. Ryan seguía mirándome y riéndose de mí. –Eres un mal amigo.- Le miré con una mirada amarga, aunque con un toque burlón.

Abrió la puerta y me dejó pasar primera. –Vaya, gracias.- Sonreí. –Algo positivo tenias que sacar de vivir con tu mejor amigo ¿no?- Me puso la mano en la espalda acompañándome a salir. Giré un poco la cara y le miré de reojo sacando la lengua.

Al salir del edificio, me despedí de Ryan y abrí el coche dispuesta a subir en el. –Nos vemos por la noche- Le sonreí- Ah, y pide comida a domicilio, no me fio de que cocines tu, seguro que el edificio acabaría en llamas.-Esta vez es él quien sonríe.

Arranqué el coche emocionada por mi primer trabajo, tenía muchas ganas de llegar y ver el edificio, los compañeros... Tenía claro que los nervios no me iban a jugar ninguna mala pasada.

Los nervios tal vez no, pero el animal que pasó por delante sí. Unos quince minutos después de arrancar, un perro cruzó la carretera e hizo que girase el volante de una manera brusca, dándome un susto impresionante. No choqué con nada, pero de inmediato bajé del coche para ayudar al perro en el caso de que él se hubiese hecho daño.

Cuando me acerqué a él, el pobre animal estaba muy asustado, y no sé cómo ni porque, pero conseguí acariciarlo y cogerlo. –Vaya susto me has dado...- Busqué algún collar o chip con el que pudiesen encontrar a los dueños, pero no encontré nada más que mucho pelo y una herida en el ojo. Decidí intentar llevarlo a un veterinario, y para mi sorpresa, dejó que le metiese en el coche.

Al llegar al veterinario, y después de esperar mi turno un buen rato, expliqué lo que había pasado, y me dijo que le curarían y que buscarían a los dueños, pero que si no los encontraban alguien debería quedarse con él. Supe que fue una indirecta para mi, y a pesar de que la herida no había sido causada por mi culpa, y que el pobre perro no era mío, sentía que era responsable de él en el caso que no localizasen a los dueños.

Dejé mi número en el veterinario para que me llamasen si no localizaban a los dueños, y en ese caso, el pequeño perro quedaría debajo de mi responsabilidad.

Después de conducir una larga media hora, en la que no paré de pensar en el pobre animal, llegué al enorme edificio en el que trabajaría. Las cristaleras verde aguamarina ocupaban gran parte de las paredes y, la entrada no era precisamente pequeña, las cristaleras también dominaban la puerta, pero estas eran transparentes, relucían de lo limpias que estaban.

Al entrar, en lo primero que me fijé fue en el blanco de las paredes de la recepción y en la mesa plateada en la que detrás esperaba la recepcionista. –Hola, ¿que necesita?- Su sonrisa de dientes blancos y bien cuidados llamaba mucho la atención. –Hola, me llamo Jackie Brons, hoy es mi primer día de trabajo.- Procuré sonreír delicadamente. –Ah sí, la señorita Brons, llega tarde el primer día, aunque supongo que tendrá una buena escusa. El señor Mathiews desea verla, deberá explicarle a él el motivo por el cual llega tarde.- Me quedé callada un momento observando a la recepcionista. –Pero el señor Mathiews es el jefe de esa empresa, ¿no está muy ocupado para esto?- Se suponía que los jefes no tienen tiempo para entretenimientos de este tipo. –Señorita Brons, en esta empresa el señor Mathiews se preocupa por sus trabajadores, dedica un tiempo para entender y solucionar sus problemas.- La chica miró la pantalla del ordenador, tecleó unas cuantas cosas y me volvió a mirar. –La está esperando en su despacho.- Entonces miró de nuevo el ordenador y siguió tecleando, dando a entender de que no iba a hablar más conmigo.

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2015 ⏰

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