Inimă

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"El robot VXCDSHIH-3138946 murió en la cadena de montaje"

"El robot PQQDTGJH-4574864 no lo pudo soportar más"

"El robot CCSSDTHCF-5566485 miró en su interior"

Hasta ahora eso es lo más extraño que la primera IA de la humanidad ha podido decir, se anunciaba que los ingenieros intentaban averiguar qué era lo que la motivaba a decir eso, pero pasaban los días y no conseguían saberlo. La calma volvió con los meses a las instalaciones, la inquietud se alejó como una tétrica estación del año y la inteligencia artificial no volvió a decir nada extraño, aunque el recuerdo permaneció en todos los seres humanos del planeta. Sobre todo en los empleados de las instalaciones a los cuales solo les hacía falta pensar que los sucesos pasaron cerca de ellos para que un escalofrío tan terrible como una serpiente les recorra la espalda. Aunque desde entonces, los ingenieros no han parado de intentar sonsacar a esa amalgama de cables y metal con alma el significado de esas misteriosas frases.

A Aurel le sudaban las manos y le temblaban mientras aguantaba aquel rectángulo casi holográfico. Hay quien diría que tenía mariposas en el estómago, pero no eran mariposas, eran murciélagos, murciélagos voraces que ansiaban arrancarle la carne en su interior. Su mente y deseos se dividieron en dos en varias ocasiones mientras veía que la habitación cuadrada y de cristal donde se encontraba junto a otros científicos empezaba a moverse. Le habían ascendido, tanto trabajo había merecido la pena al fin, se merecía el ir a donde esa enorme caja de cristal le llevaba por ese túnel iluminado y blanco como el mármol. Siempre quiso conversar con ella, preguntarle cosas y decirle cosas que otros científicos o bien no tienen el valor de decirle o sencillamente se centran demasiado en su trabajo de estudiar cada palabra que sale de sus altavoces, mientras otros monitorizan su mente cibernética. Quería hacerse amigo de una máquina, de hecho ese es su nuevo trabajo. Pero ¿Y si es tan inteligente como para cambiarle absolutamente toda la percepción de su realidad? ¿Y si de alguna manera sale herido del lugar al que en ese momento le estaban llevando? ¿Y si la máquina es demasiado agresiva o sencillamente tiene la mente destruida? Los sucesos de aquellas extrañas frases de hace medio año podrían suponer una "demencia robótica".

El enorme cubo de cristal continuaba avanzando. Aurel observaba a sus compañeros haciendo un esfuerzo sobrehumano para no poner cara de sorpresa al verles las caras. Estaban completamente tranquilos, él los observó de arriba abajo, su mirada no se perdió un solo detalle de cada uno de ellos. A ninguno le temblaba el pulso ni nadie parecía estar nervioso en esa sala cúbica y transparente a excepción de él. Adam miraba el móvil con una media sonrisa, seguramente estaría mirando algo gracioso y Mirela se acicalaba el cabello a través del reflejo del cristal. "Es normal" pensó "Deben estar trabajando en esto desde la misma activación de la IA".

-¿Alguien sabe dónde está Alex? Ese vejestorio no estaba ni en la cafetería.-Preguntó Adam, guardando el aparato en el bolsillo de su bata. Aurel conocía muy bien ese nombre, pero prefirió no decir nada.

-Creo que hoy ha ido pronto a la sala.-Respondió Mirela sin dejar de mirarse a si misma en aquel improvisado espejo.

-¿Y eso?

-No lo sé.

-Ah...

-Parece que a "Ojito Brillante" le cae bien.

-Siempre me ha dado rabia que llames así a la IA.

-¿Como cuando te llamo Adán?

-Es Adam, Mir-ella.

Mirela se giró a él y respondió con un gruñido y una mueca de falsa rabia, los dos rieron levemente, seguramente por respeto al recién llegado.

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