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Las ventanas se encontraban empañadas. Dentro de la tibia habitación un pequeño hombre se encontraba recostado sobre su cama, sus ojos se hallaban hinchados y rojos. El silencio siempre estaba presente en aquella habitación de varios ventanales. Las coloridas sabanas descansaban sobre sus suaves piernas, cubriéndolas. En sus delicadas manos, se encontraba una taza de chocolate que aún se mantenía caliente.

Minseok miraba por fuera del ventanal, la preciosa lentitud en la que caían los pequeños y casi visibles copos de nieve. Era su estación favorita. Era la estación en donde se había confesado a JongDae, hace exactamente; un año.

La confesión fue adorable y torpe —según Minseok—. Los dos estaban sudando y temblaban, los dos compartían los mismos sentimientos y la misma adrenalina. Los dos, dijeron sus confesiones al unísono. Un suave: "Te amo", brotó de ellos dos. Su romance había dado comienzo. Se abrazaron y en ese momento, juraron darse un amor que nunca olvidarían.

Lástima, que su amor dejó de ser amor, cuando los dos empezaron a trabajar para mantenerse cada uno. Las caricias se redujeron a roces accidentales, los besos se redujeron a los saludos vía mensaje y los abrazos, simplemente desaparecieron. Y con todo esto, con los pedidos de "más atención, más salidas" que Minseok le proporcionaba a JongDae, las peleas y los problemas no se hicieron esperar.

El primero en trabajar fue JongDae. Minseok cada día se encontraba solo y la única forma de poder hablar con su pareja era enviarle un adorable mensaje y alentándolo a que el día de mañana él tendría un lindo día. Pero esos mensajes también se redujeron. El último en trabajar fue Minseok, y de la misma manera todo volvió a ser peor. Los mensajes dejaron de aparecer en los buzones de cada uno. Y así, lo único que hacían, sin saber; era quemar su relación.

Minseok extrañaba demasiado el calor que JongDae le proporcionaba. Su trabajo le traía problemas de salud, que JongDae nunca llego a saber. Minseok nunca lograba descansar lo suficiente y por las noches, él no dejaba de llorar.

¿Por qué lloraba? La respuesta no era fácil, Minseok le había pedido disculpas a JongDae por la última pelea que tuvieron, la cual —para Minseok— fue la peor. Con esa última pelea, cortaron todo tipo de relaciones y eso, al jovén le dolió demasiado.

Cada noche, él enviaba un mensaje con el mismo texto de siempre: "JongDae... perdón. Te extraño mucho, por favor, hablemos". Pero nunca llegaba la respuesta que esperaba.

Minseok se encontraba aún en la cama. Sus livianas prendas hacían resaltar su delgada figura, sus ojeras demostraban lo agotado que se encontraba y sus ojos hacían que su vida fuera imposible.

Tratando de no recordar más, Minseok dejó su taza sobre la mesa de luz, empezó a estirar los brazos y con sus nudillos empezó a limpiarse los ojos. Se retiró la sábana que lo mantenía caliente y sacó sus pies apoyándolo sobre el frío piso de madera. Minseok casi los podía sentir, trató de levantarse y tambaleante se adentró al baño.

Saliendo de este, se dirigió al guardarropa y empezó a retirar prendas. Con lo que retiraba empezaba a vestirse, no tardó mucho, tenía que llegar al trabajo lo más temprano posible ya que era día de paga. Se coloco un abrigo pesado azul y partió hacia el trabajo.

En el trascurso, sus cachetes poco a poco empezaban a enfriarse y el clima a ponerse peor. Pero eso no era lo único. Su celular empezó a cantar una suave melodía y eso bastó para que a Minseok se le empezara a dibujar una sonrisa torcida en su hermosa cara, sabía que aquella melodía era la que a JongDae le gustaba y por ende, él la colocó de tono especialmente para los mensajes de su pareja. Con sus delicadas y pálidas manos, retiró su celular del bolsillo y acto seguido lo empezó a desbloquear, rápidamente se dirigió al mensaje que le había llegado.

moonlight; chenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora