Unsere Paint

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No importa donde estés ni que seas

Siempre me enamoraré de ti...



En un largo pasillo de un gran castillo, el cual estaba en total silencio e iluminado por la luz de la luna. Tenía diversos cuadros en las paredes, los cuale estaban ordenados meticulosamente para que estén en una misma altura y no luzca asimétrico,  los suelos estaban hechos de cerámicas con el mismo diseño, pero cada uno de distinto color. A través de el pasillo, un chico de nieve, caminaba sutilmente observaba su alrededor con furia y atención,  los mechones de su pelo le cubrían parte de su cara, su  ojos azulados, brillantes por la noche, labios rojizos pero delgados, nariz delgada y un poco larga, camisa estaba entreabierta y  hacía notar su formado torso y sus huesos detallados. Caminaba lentamente.

Suspiró con desgana, aburrido de la monotonía que invadía su miserable vida. Recibió una llamada interrumpiendo su caminata y el silencio pacífico, sostuvo su teléfono, abriéndolo y contestando.

- ¿Hola? - Pronunció con voz baja y ronca, la voz apropiada para un hombre. 

Permaneció en silencio mientras escuchaba lo que se le decía desde la otra línea.

- Si... Estaba yendo hacia allá. - Sus suaves manos sacaron una cajetilla de cigarros del bolsillo de su chaqueta, llevó un cigarro  sus labios, para luego encenderlo y cerrando los ojos, luego aspiró el humo de este y con delicadeza y cansancio, exhaló el humo con la boca relajada y un poco abierta. El humo se veía aún más brillante debido al pasillo sin luces y simplemente con el reflejo de la luna.

-Tengo planes para antes... Necesito encontrar a alguien...- Aspiró nuevamente el humo, esta vez con los ojos abiertos y mirando fijamente un cuadro donde aparecía un hombre con cabello rubio.

-En el mundo humano.... Gracias... Después hablamos...- Cortó la llamada y soltó su celular, haciendo que cayera en el suelo, provocando un estruendo que resonó por el largo pasillo. Colocó un cigarro en su boca pero sin aspirarlo y murmuró para si mismo.

-Raymond...-La luz de la luna desapareció provocando la oscuridad total y una luz roja intensa inundó el pasillo.





Era un día de lluvia sobre la ciudad, los pasillos del colegio eran iluminados con las luces artificiales, pues afuera estaba nublado, las gotas de agua en las ventanas hacían ver el día aún más agotador de lo que era. En las aulas, se escuchaba la voz del profesor explicando su materia, algunos más animados que otros, los cuales hablaban con pereza .En una de las tantas clases, dos ojos verdes miraban hacia las afueras, la luz se reflejaba en estos y el sonido de la lluvia hacía relucir más al dueño de los ojos. Pero una voz ronca interrumpió ese brillo.

-Hoy día, pese a que estamos a mitad del año, hay un nuevo compañero de clases, saluden a Fernando.


Matías

Levanté la mirada para observar al chico, el cual era mucho más apuesto de lo que se podría imaginar, parecía que toda su creación había sido hecha con preparación y dedicación, pues se veía sin error alguno. La luz del lugar se enfocaba sobre él, logrando que yo no pudiera desviar la mirada de su ser. Tenía unos ojos cafés redondos, que hipnotizaban a cualquiera que le mirase , su pelo era ondulado y largo, pero tampoco tanto, le llegaba un poco más abajo de la nuca. Las chicas del curso susurraban cuan guapo era este chico, no parecía humano. Era como una bella rosa, pero muy delicada.

-Tome asiento al lado de... Matías.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2016 ⏰

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