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Era un pasillo largo, que tan solo mirarlo, pensarías que no tiene fin. Pero, todo lo que empieza tiene que terminar; al doblar hacia una puerta y entrar a una habitación, cuyas  paredes son azules como el cielo, veo en una esquina a un chico sentado en el piso mientras abraza sus rodillas y su cabeza reposa sobre estas, como en un inútil intento en vano para que todo a su alrededor desaparezca. Lo escucho sollozar e inmediatamente me pregunto "¿Que estará sucediendo en su vida?" y doy un paso adelante.

Hasta ahora no había visto su rostro y como si sintiera mi presencia levanta su cabeza, sus ojos son lo mas hermoso que he visto, pero, hay algo en ellos que no me deja tranquila y es que llora como si no tuviera a nadie en quien confiar, como si estuviera solo y necesitara de alguien. Si hubiese sido otra chica solo me quedaría observando sus ojos azules, su cabello castaño peinado hacia arriba y su delgado cuerpo ligeramente un poco marcado, ya que no llevaba camisa y solo tenia un mono gris. 

-¿Quien eres?- alcanzo a preguntar mientras me acerco  al vulnerable chico frente a mi. El no responde, solo me mira como si fuera a hacerle algo malo. Es temor lo que veo en sus ojos y solo me limito a mirarlo en silencio. El chico para de llorar, y yo solo parezco ser indiferente ante su dolor.

Después de lo que pareció durar una eternidad, el chico me mira nuevamente. -Me quiero morir...- antes de que yo pudiera decir algo, el chico continua -El alcohol y las pastillas es lo mejor ¿sabes?, no hay dolor, ni sufrimiento, solo cierras los ojos y duermes, para siempre. No me corto, porque eso duele y me recuerda que aun sigo vivo en este jodido mundo, y que no he tenido el valor de acabar con mi vida.-

-No lo hagas...- se escapa de mis labios sin darme cuenta -No te suicides... No vale la pena- el chico me mira con sorpresa y tal vez un poco de alegría en su mirada, como si aquellas palabras las hubiese querido escuchar hace mucho, y sentir esa sensación de que hay personas que aun se preocupan por ti. A pesar de que mis gestos eran como si no me importara, mis palabras afirmaban lo contrario.

El chico solo se levanto para recostarse de la peinadora del cuarto, a lo cual solo me levante para acercarme y hacerle la única pregunta que rondaba en mi cabeza.

-¿Quien eres?- el solo me miro mientras extendía sus brazos hacia mi, para envolverlos alrededor de mi cintura y atraerme en un abrazo. Este abrazo se sentía como si el chico fuera consciente al igual que yo de que era un sueño y tuviera miedo de despertar y no volverme a ver nunca mas. 

-No quiero despertar de este sueño, por que, se que si lo hago no te volveré a ver- susurre en su oído, mientra seguía abrazada a el. Al separarme y yo dejar de abrazarlo, el en ningún momento me soltó, como si así fuera la única manera de no dejarme ir y que no me perdiera para siempre.

Su mirada era tranquila, transmitía una paz tan increíble que ni siquiera pensarías que el querría acabar con su vida. Y me dijo lo mismo... -Me quiero morir... con pastillas, soñaría para siempre.- en su mirada había tristeza y decepción.

-Pero no lo harás, no vale la pena. Yo estoy aquí contigo.- no respondió nada, solo se quedo callado, mirándome, tal vez buscando algún indicio que le dijera que mentía pero no lo hallo. Solo me acerco mas a el y me beso, lento y despacio... y nos perdimos en un pequeño universo lleno de alegría y  felicidad, en el que solo existíamos el y yo. Al separarnos unimos nuestras frentes para solo mirarnos por un momento.

Al separarme del abrazo en el que aun no me soltaba, fui hacia la cama y me acosté para voltear mi cabeza y verlo sentado en el suelo junto a mi. -¿Quien eres?- me mataba la intriga por dentro, el no saber su nombre.

-Yo me llamo...- después de esas palabras, solo se oía el ruido de muchas voces saliendo de su boca y supe en ese momento que estaba despertando.                








El Chico de mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora